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martes, 2 de octubre de 2018

CORAZÓN CALIENTE

Dos cosas llaman la atención de Cold war aun solo habiendo visto un unico fotograma. por un lado su presentación en formato 4/3, algo que ya solo se nos antoja propio de la televisión de los tiempos pretéritos. Por otro su duración de apenas 85 minutos, y más en una época en la que casi cualquier película de mero entretenimiento (por favor no mencionen la epicidad superheroica) suele superar de calle las dos horas y pico. Y sin embargo aquí está en glorioso blanco y negro esta atípica historia de amor en la que, a pesar del peso que va a tener en la cinta, pronto nos olvidamos de esa guerra fría que da nombre a la película.
Hermana de estilo de la oscarizada Ida, previa obra de su director Pawel Pawlikoski, la película se ambienta en la Europa de la década de los cincuenta y principios de los sesenta del pasado siglo, para llevarnos de la mano de dos amantes cuyo fuerte carácter les hará debatirse entre el amor y el desamor a lo largo de varios años, en distintos países e incluso durante relaciones con otras personas (aunque a estas las veamos de refilón o incluso ni lleguemos a verlas). Una relación intermitente pero apasionada para la que a pesar de las fronteras y el tortuoso clima político la verdadera barrera son ellos mismos.
Llena de elipsis que siguen dejando interrogantes en el espectador incluso tras el fin de la cinta el film se antoja un hermoso cuadro de pinceladas dispersas, repartidas por el lienzo a capricho de su creador. Un cuadro en el que la música, totalmente intradiegética, supone un ingrediente esencial en la trama (los protagonistas se conocen al formarse una compañía de corte folklórico destinada a realizar una amplísima gira por toda Europa), con unos números musicales rodados con simplicidad pero con eficacia en un viaje que desde el primer minuto nos lleva de las canciones tradicionales al jazz pasando por el rock más vibrante, y que consigue sumergir al espectador en un clima histórico muy concreto tanto por su presencia como por su ausencia.
Pero si algo brilla por supuesto es la imagen. No se puede negar que nos encontramos ante una cinta de factura deliciosa, con un blanco y negro conmovedoramente bello que sabe sacar de la iluminación, desde la pureza de las tierras nevadas a la iluminación de los locales de París, el mejor partido y que consigue casi hipnotizarnos como si fuésemos insectos.
Entre estos bellos márgenes una historia que tiene mucho de clásica, aunque palidezca frente a la brillantez formal de la película, de esos "amores  reñidos" en épocas turbulentas a los que ya nos tiene acostumbrados el séptimo arte. Una trama que se ve con interéspero que también da la sensación de acelerada, casi podríamos decir un poco a trompicones (saltamos de Varsovia a Yugoslavia pasando por París sin apenas darnos cuenta y a veces con varios años de por medio), haciéndonos desear un poco más de detenimiento para conocer a estos personajes que tienen mucho que decir y cuya relación podría ser el mejor reflejo de una Europa de posguerra desestructurada pero anhelante de reunirse otra vez
Cold war llega a los cines españoles el 5 de octubre.

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