El resultado es puro entretenimiento en una historia que deja poco espacio a la originalidad pero que la suple con un buen sentido del ritmo y unos personajes carismáticos a los que les rodea el aura del buen ladrón, que no roba solo por el placer de enriquecerse sino por motivos más elevados. Una trama que sabe sacar el mejor partido de sus elementos en un rodaje que se adivina de complejidad técnica y de coordinación, implicando entornos tan emblemático como la Plaza de Cibeles o multitudes que recrean el ambiente de la final del Mundial de Sudáfrica, consiguiendo convertir el centro de Madrid en un auténtico plató de Hollywood. Cierto que no faltan muchos clichés como ese malo malísimo, encarnado por un duro José Coronado que, si lo pensamos en frío, solo está haciendo su trabajo como jefe de seguridad, la infiltración disfrazados de equipo de limpieza o los juegos con el vídeo en bucle, pero en conjunto el producto funciona, manteniendo el interés del espectador por mucho que alguna pretendida sorpresa llegue con excesivos prolegómenos (la visita al anticuario).
"Way down" es, simplemente cine sin ínfulas, de buenos y malos. Cine de evasión que da lo que promete y de largo. No es necesario recrearse en diálogos filosóficos o personajes heridos, aunque todos tengan su corazoncito. El camino está bien trazado y recorrerlo nos deja el buen sabor de dos horas más que entretenidas con su buena cucharada de espectáculo.
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