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martes, 12 de diciembre de 2017

MI FAMILIA Y ALGUNOS ANIMALES

No hace mucho una de las sorpresas cinematográgicas del año fue el estreno de la muy recomendable Carmina o revienta, el particular y divertido acercamiento de Paco León a las idiosincrasias de su familia bajo el inigualable prisma de su progenitora. Con un espíritu similar llega Muchos hijos, un mono y un castillo de Santiago Salmerón, su particular carta de amor a una madre, Julia, que soñaba con una vida de cuento y, en cierto modo, lo consiguió cumpliendo los míticos tres deseos: tener muchos hijos (nada menos que seis), un mono (quizás más fiero de lo que esperaba) y un castillo que se acabó convirtiendo en un caótico museo dedicado a sus más de ochenta años de vida.
 La trama de este documental, rodado durante más de una década casi como si de un Boyhood patrio se tratase, parte de un bizarro macguffin: la búsqueda de las vértebras de la abuela y sobrina de Julia, tarea que parece imposible ante la cantidad de objetos febrilmente atesorados por esta, incapaz de deshacerse de unos recuerdos que la convierten en una nueva adalid de la filosofía vintage, y como muestra el botón, tal y como mencionan sus hijos, de ser la única persona que sigue usando casetes en pleno 2014.
Y a partir de ahí un auténtico aluvión de reflexiones sobre la vida, el mundo y todo lo demás bañado por un sentido del humor inquebrantable, tanto en las alegrías que hay muchas (y alguna en medio de comidas que casi parecen un reflejo cañí de las de El padrino) como en las penas (las consecuencias de la crisis), sin perder nunca de vista la muerte, un destino inevitable (y en ocasiones para su protagonista casi deseable) pero bajo una visión tan surrealista como divertida, con escenas tan inolvidables como la del ensayo del funeral.
Muchos hijos, un mono y un castillo es una cinta simpática, vitalista, para la que ha nacido una involuntaria estrella, Julia, que ha creado su propio Xanadú. en el que no faltan los animales, por supuesto no tan exóticos como los de la masión Kane, ni los tesoros, aunque su valor sea más cuestionables. Una mujer que consigue rápidamente establecer un nexo empático con el espectador a pesar de las distancias de edad, credo político o religión, y que consigue ser polémica sin proponérselo, .pero suscitando siempre la sonrisa o directamente la carcajada de un espectador que se ríe con ella mientras asiste atónito al más difícil todavía.
Con un trasfondo inconfundiblemente cómico y profundamente surrealista este original documental consigue atraparnos de principio a fin. Con la frescura de la primera persona bajo la lente de la cámara en mano, aunque su autor se permite alguna metáfora hermosa pero poco sutil (el canto del ci...del pavo real, o la mención a la clásica ¿Qué fue de Baby Jane?) esta cinta sin alardes (pero con una bien seleccionada banda sonora) nos trae ecos de la mejor comedia patria, dejándonos un buen sabor de boca con ganas de saborearlo un poquito más y una sonrisa que durará bastante después de haber dejado la sala de cine.
 Muchos hijos, un mono y un castillo, un documental que se nos puede antojar irreal como la vida misma, llega a las pantallas españolas el 15 de diciembre.

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