Decía Ned Flanders en una de las frases doradas de los Simpson que le gustaban las películas de Woody Allen...salvo el tipejin que siempre sale. Hace años que Allen no es el omnipresente neurótico de sus primeras y muy recordadas cintas pero películas como la inminente Wonder wheel demuestran que su esencia permanece ahí.
No faltan en la última producción de Allen elementos comunes como la psicología, la música de jazz o esos espartanos títulos de crédito a los que nos ha acostumbrado durante décadas, puestos en esta ocasión al servicio de una historia ambientada en el parque de atracciones de Coney island en los años 50, un microcosmos en el que los fenómenos de feria han mirado en monstruos más mundanos generando una historia de amor a dos bandas sobre la que parece planear desde los primeros minutos de proyección un hado trágico.
Brillante, luminosa visualmente gracias a una deliciosa fotografía que saca lo mejor de un entorno en ocasiones marginal la película tiene ya en su arranque muy claro su carácter de pieza casi teatral, gracias a un narrador que se permite romper la cuarta pared con frecuencia, con una historia de personajes, con sus amores, deseos e infidelidades, de esas que lo mismo pueden desencadenar la más chusca de las comedias que el más sangrante de los dramas, pero en la que todo, o casi todo parece quedar en las manos de Ginny, la antihéroe una encarnada por Kate Winslet.
Frágil, marcada por un pasado que la atormenta y continuamente debatiéndose entre su lealtad y su deseo Winslet es sin duda el motor de la película, dotando a su personaje de una intensidad que hace palidecer al resto de los personajes ( el único que le va un poco al compás el encarnado por Belushi) y que nos regala uno de los mejores personajes femeninos de un director- guionista que siempre ha sabido sacar lo mejor de sus actrices, con unos ribetes a lo Baby Jane en su tramo final que llegan a ser escalofriantes.
Wonder wheel nos devuelve parte del mejor Woody Allen aún estando lejos de sus producciones más emblemáticas, con una cinta cuidada hasta su más mínimo detalle que se va calentando a medida avanza su trama, una historia que a pesar de parecer haber nacido de los tópicos del teatro más clásico consigue introducirnos con más intensidad poco a poco con un final que nos golpea con ganas de más y más de un interrogante.
Wonder wheel llega a las pantallas españolas el 22 de diciembre
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