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lunes, 10 de agosto de 2015

MUERTOS Y CONGELADOS

En medio de lo que podríamos calificar de cultura del estreno, en la que los éxitos de Hollywood nos llegan sumultáneamente o con apenas diferencia temporal a nuestras pantallas ¿qué lleva a estrenar (en apenas un par de salas, eso sí) una película que ya tiene cuatro años (ni siquiera 40, en cuyo caso podríamos hablar de un clásico)?. Las respuestas pueden ser variables: la fama de sus protagonistas (claro que no están en su momento de mayor esplendor y ya eran famosos cuando esta se estrenó en su tierra natal), el poder de los oscars (claro que solo en forma de nominaciones y alguno interpretativo...el director de nuestro tema de hoy es el autor de Boyhood que,confieso, todavía no he visto), la conveniencia de su fecha (peo esta no es una cinta de espíritu veraniego, así que como la descartamos)...pero la verdad, semaos sinceros, no encontramos ninguna, y menos en una era en la que el lanzamiento directamente en Dvd sí es una opción. Pero la verdad ¿a quien le importa? Porque hoy hablamos de una má que agradable sorpresa en nuestras pantallas, hoy hablamos de Bernie
En la tradicional ciudad tejana de Carthage vive Bernie, ayudante de director en un negocio de pompas fúnebles y amante de los musicales. Amable, detallista y servicial, todos sus vecinos le adoran, dentro y fuera de un trabajo en el que pone tanto empeño que hasta se preocupa tras los servicios propiamente dichos de las viudas de muchos de sus clientes. Así un día acabará entablando amistad con la adinerada y odiada por todos Señora Nugent, con la que va al teatro y realiza costosos viajes, y que le tomará tanto aprecio que incluso le dará poderes notariales y le nombrará heredero. pero que acabará estableciando un posesivo dominio sobre él que le reducirá a una suerte de criado personal. Cuando Bernie tome medidas irrevocables y la señora deje de dar señales de vida, a pesar de las escusas de su mejor amigo, y ante el estupor de ese pueblo que le adora y que no deja de recibir regalos de un Bernie ahora casi millonario, el administrador de los bienes de la anciana y el fiscal Danny Buck comenzarán a investigar que ha pasado realmente.
Increíblemente basada en hechos reales Bernie es una comedia negra que combina el film tradicional con el falso documental. Partiendo de los testimonios de los habitantes del pueblo del protagonista, la mayoría unos agradables ancianitos que hacen declaraciones tan pintorescas como que "si se hiciese una encuesta sobre quien debería ir la cielo Bernie estaría de los primeros" y que pondrían la mano en el fuego por él, la película nos brinda la descripción de un hombre cuidadoso (la lección sobre tanatoterapia), inteligente (que casi parece capaz de hacer cualquier cosa, y bien) e ingenioso (la idea de la paloma o la venta de féretros...los únicos matices que parecen poner una ligera y sospechosa mácula en un individuo casi perfecto), al que todos adoran pero con el que ninguno parece haber establecido una relación muy profunda (es más, al hablar de sus relaciones con mujeres de su edad, principios de la cuarentena, alguno menciona que estas le rehúyen).
Frente a él la figura de la señora Nungent, una anciana nada desvalida y bastante amargada de la que los mismos que alababan a su amigo son incapacas de dar ningún testimonio halagador. Egoista y avariciosa solo parece encontrar una mano amiga en una persona que, aunque en un principio sea igual de encantador con ella que lo es con el resto de sus conocidos, pronto, a pesar de las reticencias iniciales, se dejará hipnotizar por la vida de lujo que esta le regala, del mismo modo que ella queda hipnotizada por "el único hombre que la ha tratado bien en 50 años" y por el que acaba renunciando al resto de personas que pueblan su vida (además de su familia con la que desde un principio no se hablaba empieza a despedir al servicio, pero no por dinero, que le sobra, sino porque estos no le inspiran la misma confianza que su nuevo amigo), creándose entre ellos una suerte de dependencia emocional-material, espejo casi de la de los protagonistas de El crepúsculo de los dioses, pero con un desenlace inverso.
Bernie es una película de personajes y matices, con un esquisito humor negro que en ocasines roza el surrealismo (la escena del atropello con presencia de la parca incluida) y unos diálogos naturalistas y divertidos, cuyo desenlace más o menos previsible no le resta un ápice de ritmo. Con unos actores en auténtico estado de gracia nos regala a un Jack Black que sabe dar lo mejor de sí en un personaje con complejos matices (siempre más blanco que oscuro pero con puntitos tan inquietantes como el perfeccionismo o el cnsumismo compulsivo hasta extremos ridículos) expuestos con sutilidad y que además se da el lujo de regalarnos un buen puñado de actuaciones musicales magníficamente interpretadas (del himno en la iglesia hasta el número con baile de una de las obras que dirige). Junto a él una Shirley MacLane que sabe componer una figura realmente odiosa e incluso asquerosa (esas 25 masticaciones por bocado), aumentando ligeramente la empatía por su peculiar asesino, y un Matthew McCounaghey cuya importancia en la trama tarda en despegar pero que sabe revelar todo el espectro de una sevidor de la ley adicto al trabajo hasta extremos ridículos (la rueda de los narcotraficantes) y que choca duramente, no con un sospechoso reticente e incluso colaborador sino, al contrario de lo que suele suceder, sino con todo un pueblo que si bien no le considera inocente del todo sí justifica sus actos.
Rabiosamente divertida Bernie es una película que no pierde interés en ningún momento, a pesar de la incredulidad e incluso hastío que despiertan en nosotros sus complejos personajes, en una historia original que tiene lugar en uno de esos pueblos en los que no parece pasar nada.
Una cinta fresca que sabe sacar nuestra mejor carcajada...quedénse hasta el final para disfrutar de la curiosa canción que cuenta toda la historia de la película.

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