Eso de los amores reñidos parece ser el pan de cada día en materia cinematográfica (no digamos ya en el universo literario pero mejor vayamos poco a poco), de tal modo que hemos visto en cuestión de relaciones poco afines casi de todo, siendo más difícil encontrar una relación poco convulsa en el cine que unas palomitas cuyo fondo no esté lleno de granitos de maíz sin reventar que le romperían la mandíbula al Tiburón jamesbondiano....pero como seguramente ya se temen casi todas las semanas hay una última palabra. No hace mucho lo veíamos en la francesa No es mi tipo, y hoy en terrenos más cercanos es el turno de Lejos del mar.
Santi acaba de salir de la cárcel y lo primero que hace es ir a Almería a visitar a un antiguo compañero de celda, ingresado en el hospital, cuya familia le recibe con los brazos abiertos. De camino de la casa al centro médico una mujer pasa a su lado y se desmaya. La razón no es física, sino que acaba de reconocerlo: es el asesino de su padre, un etarra liberado gracias a la doctrina Parot. Será solo el comienzo de una relación que pasará del odio a...algo más.
Partiedo de un tema espinoso que va introduciendo poco a poco Lejos del mar es una complicada historia de amor y odio entre dos personas unidas por un doloroso pasado.
Si bien el tema es heredero de numerosos tópicos, casi un guiño no casual al folletín decimonónico (y si nos ponemos tontos y poco profundos hasta podríamos hablar con matices, con su protagonista vasco y su amientación en Almería de una versión inversa y amarga de 8 apellidos vascos) la película nos presenta dos personajes rotos, el primero un hombre que intenta dejar atrás un pasado que ha mellado su futuro y que no conoceremos hasta bien entrada la trama (su presentación, a pesar de que casi desde el inicio sabemos que es un expresidiario aunque desconocemos sus delitos, es la de un hombre bueno y trabajador de los que no quieren dar prblemas), el segundo una mujer que sufrió el mayor golpe de su vida cuando apenas sí era una niña, y que aunque por fuera es pura normalidad (médico, casada con hijo, casa, coche...) por dentro la devoran sus propios demonios, que van a vivr una relación que jamás imaginaron, y cuya recepción por parte de los personajes que los rodean, unida al descubrimiento por parte de muchos de ellos del pasado de Santi (el más hiriente quizás el de la familia de Emilio, el amigo de Santi que pasará de la sentida amabilidad a tratarle como un apestado), irá creando un clima más que malsano.
Con una estética fría, en la que es relevante ese mar que contrariamente al título está más que cerca pero sin suficiente agua para lavar los pecados de sus protagonistas, carente casi de música y recurriendo en exceso a unos fundidos a negro que fragmentan todo el film, Lejos del mar tiene un arranque interesante, pero una vez reveladas las cartas de sus protagonistas, se introduce por unos extraños derroteros entre el síndrome de Munchausen por poderes y (como citan en algún momento en la propia película) y el síndrome de Estocolmo, haciendo que la historia pierda muchos enteros y parezca optar por un concepto del amor más que fou, absurdo.
Lejos del mar es una cinta con un arranque interesante que no nos es del todo desconocido que se quiebra en su nudo, dejándonos una enrrevesada y en ocasiones hasta forzada resolución, en la que sus personejs parecen confundir el arreentimiento y la culpa con la victimización (de modo que aunque les ataquen en el exterior de la casa ni se molestan en salir a comprobar que pasa) Por suerte su solvente reparto ayuda a dotarla de cierta credibilidad, pero llegados a un determinado punto ni ellos pueden salvar los platos rotos, una lástima para una obra que daba para mucho más.
Lejos del mar se estrena el 15 de enero de 2016.
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