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domingo, 31 de enero de 2021

EL RÁPIDO Y EL CACHONDO

 


Hay personas a las que se les llena la boca al hablar de la relación entre el amor y la muerte, el proverbial Eros- Tánatos. En 1996 Crash llegó dispuesta a arrancarles en un choque corto y seco el maxilar, con una bizarra historia de amor y sexo atrapada en los restos de un desguace.

Bisagra casi perfecta entre los monstruos de la nueva carne que nos dejó en obras como Rabia o la Mosca y los dramas poco convencionales que abundan en la segunda mitad de su trayectoria como Promesas del Este o Una historia de violencia este ya clásico de Cronenberg vuelve a la gran pantalla con un impecable lavado de cara que consigue sumergirnos en cada cicatriz y cada hierro retorcido. No importa que pasen los años. Crash sigue siendo todo un viaje sensorial y una propuesta tremendamente arriesgada, tanto por unas escenas de sexo que se agitan entre la elegancia y la suciedad como por los conceptos que plantea, mostrando unas filias capaz de arrastrar a unos seres de orígenes muy distintos hasta una muerte que se revela como la cumbre del placer. Unos seres rotos que el sexo contribuye en cierto modo a recomponer, pero componiendo un extraño rompecabezas que no se parece en absoluto al modelo de la caja.

En unos tiempos en los que los cines no viven su mejor momento traer de vuelta una obra como esta, auténtica delicia visual, desde unos títulos de crédito nada anodinos, y puro germen de debate, es un acto de valentía y un regalo para aquellos que, como yo, nunca pudieron disfrutar de ella en la gran pantalla. Crash es un manjar para paladares hambrientos de originalidad y saciados de tabús. Una obra que seduce e hipnotiza, y que  merece disfrutarse inmersos en la cálida oscuridad de la sala de cine.

Crash está en cines de toda España desde el 29 de enero.


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