La que ya es la quinta película dedicada a las desventuras del exboina verde, tras un arranque que a más de uno le recordará remotamente a otras películas de su protagonista como Pánico en el túnel o Máximo riesgo (y que puede que a algún espectador le deje mal cuerpo a raíz de las horribles consecuencias de la gota fría en la península), vuelve a presentarnos a un hombre con aspiraciones heroicas al que, a pesar de haber encontrado una relativa calma en su rancho, todavía atormentan los recuerdos de la guerra. Un héroe que podríamos calificar no ya de crepuscular, sino ya directamente de nocturno, que ha intentado rehacer su vida con una abuela y su nieta, a la que trata como una verdadera hija, pero para el que la paz no va a durarle mucho.
Sin renunciar a ser una cinta de acción este nuevo Rambo tiene vocación de drama. No se puede negar que en parte es herencia de la trayectoria de un personaje para el que el poso emocional siempre ha sido muy importante, pero este apartado, que presenta una realidad tan terrible como la trata de blancas por parte de las mafias, no deja de remitirnos a algún trabajo previo de su director, Adrian Grunberg (en concreto Vacaciones en el infierno...sí, sí esa de Mel Gibson en una cárcel mexicana) no consigue conquistar el corazón del aficionado.
Porque este Rambo no deja de ser una película para amantes del cine de acción en general y de las cintas de uno de los clásicos del género en particular. Una película a la que el drama no beneficia, sino que gana cuando más alocada se vuelve, con momentos tan antológicos como ese Sergio Peris-Menceheta, malo malísmo de turno, llamando Juanito a nuestro Rambo (sí, resulta curioso que en esta cinta el téndem de némesis esté encarnado por dos actores españoles, Peris-Mencheta y un Óscar Jaeneda que recupera el acento mejicano de Cantinflas...aunque también pasa por ahí una Paz Vega para echar una mano al traumatizado héroe) o la tortura que inflije a uno de los villanos menores para que confiese (y que hará cerrar los ojos al espectador menos curtido...y, ojo, advertimos solo es el aperitivo) hasta llegar a unos últimos 20 minutos, pura antítesis del resto del metraje, en los que imperará la adrenalina más descarada con gruesas pinceladas de gore, constituyendo lo mejor de una cinta que da lo mejor de sí cuando abandona el carácter de cine denuncia y se deja llevar por su vertiente más animal, con unas escenas de una violencia tal que choca con su etiqueta de cine comercial.
Rambo: last blood es así una película de contrastes. Por un lado un drama familiar que no termina de funcionar pero que intenta dotar de alma y motivaciones al personaje, y que no deja precisamente bien parados a sus vecinos del sur. Por otro acción sin tabúes, exagerada pero tremendamente disfrutable para amantes de la vertiente más salvaje del género y con un fuerte toque ochentero (ahí está esa planificación entre McGyver y El equipo A que justifica la incomprensible construcción de túneles por parte del protagonista...aunque digamos que mientras en la serie de los mercenarios las furgonetas daban una espectacular vuelta de campana y todo el mundo salía apenas un poco magullado aquí no tienen la misma suerte) que deja un buen sabor de boca. Una cinta irregular, pero entretenida, que guiña el ojo a los que se criaron con el personaje y que remata con unos títulos de creativos que a la par que homenajean lo más emblemático de la saga se dejan llevar por una banda sonora de una épica deliciosa.
Rambo: last blood llega a las pantallas españolas el 27 de septiembre
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