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martes, 7 de mayo de 2019

DUELO A PARAGUAZOS

En un momento determinado Zhang Yimou, todo un nombre del cine de autor, decidió que su camino estaba en el cine decorte histórico, y si tiene artes marciales. Con algunas obra intermedia en las que ha vuelto a una ambientación más o menos contemporánea (al menos no con varios siglos de antigüedad) Zhang nos ha regalado obras como La casa de las dagas voladoras, Hero o La maldición de la flor dorada, amén de alguna fantasía más inclasificable como La gran muralla. Pues bien, ha vuelto, y lo hace con Sombra.
Sombra parte de una premisa que a alguno le puede hacer pensar falsamente en el Kagemusha de Kurosawa: la de un guerrero en horas bajas que, ante el dominio de un territorio amurallada por parte de un ejército rival, consigue que un pobre diablo hambriento de libertad tome su lugar, la sombra del título (¿o podríamos decir es al contrario) en el conflicto por la conquista. Una trama llena de juegos y traiciones con más de una sorpresa, especialmente en un desenlace rico en hemoglobina que por supuesto aquí no desvelaremos.
Pero lo que convierte a Sombra en algo completamente diferente es su cuidadísimo apartado visual. Haciendo eco de su título la película nos sumerge en toda una paleta de blancos, negros y grises de la que nos es difícil escapar. Con los ecos simbólicos de los colores del ying y el yang y conviertiendo a sus personajes en las piezas de un complicado ajedrez la películas solo deja escapar de este agujero casi negro los tonos de la carne, la sangre y una planta tan rica en simbolismos como es el bambú. Una dictadura cromática de la que solo consiguen alejarse, aunque sea brevemente los caídos y aquellos que, como su protagonista en los últimos momentos de la cinta , en su arco final y que, unida a una banda sonora poblada de instrumentos tradicionales, cotan a esta obra de una belleza increíble y un aspecto única. Igual de hermosos y apabullantes que eran los colores de películas como La casa de las dagas voladoras así son el blanco y el negro de Sombra, convirtiéndola en una pieza inconfundible e inolvidable, de una ambientación exquisita.
Sí, es posible que la trama exija cierta supensión de incredulidad por parte del espectador con armas tan fantásticas como los paraguas esgrimidos por uno de los dos ejércitos e increíbles luchas a cámara lenta que nos remiten a lo mejor del cine de artes marciales, en ocasiones con escenas tan enloquecidas como aquella en la que el grupo invasor ataca deslizándose sobre sus paraguas y casi convertidos en shurikens humanos pero la plasticidad y, casi podríamos decir, la emoción visual que genera hacen de esta una de esas cintas que exige ser vista en pantalla grande, una cinta ineludible para los amantes del cine oriental menos convencional y por supuesto para aquellos que echaban de menos al Zhang Yimou más grandielocuente y arriesgado.


 Sombra llega a los cines el 17 de mayo.

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