Con un equipo de natación sincronizada masculino es fácil tener ideas preconcebidas en torno a una película como El gran baño. Pero ni es oro todo cuanto reluce ni boya todo lo que sobresale...y El gran baño quizás no ese ajuste a ese canon de comedia disparatada que probablemente acuda a la mente del espectador al concer su argumento. Van advertidos.
Anunciada como "Full monty a la francesa" esta cinta sobre un grupo de cuarentones no precisamente apolíneos en crisis que decide entregarse a una disciplina deportiva tradicionalmente femenina (es más, propongo el juego de contar las veces que se recalca el adjetivo masculino al hablar del deporte que practican) hereda ese tópico del pez fuera del agua (y nunca mejor dicho) con el que tan bien jugó la ya clásica obra de Peter Cattaneo, conflictos familiares y robo de vestuario incluidos (solo que aquí con un cutre airecillo a lo Ocean´s eleven). Y al igual que esta nos encontramos con una cinta con un fuerte poso melodramático, cambiando el problema del paro (en este caso se trata más bien de un problema de empleos precarios) por el de la frustación de no haber alcazado las expectativas para un grupo que ve como sus sueño rotos, si bien no pueden repararse, sí pueden transfomarse...en este caso en forma de una competición internacional en la que no solo se juegan el éxito o el fracaso sino algo más visceral.
Comedia amable, que sabe combinar humor físico (aunque no tanto como el que podríamos esperar de una cinta con la base de comedia deportiva) con ingeniosos diálogos, El gran baño es uno de esos filmes que auque no llega a arrancar la carcajada sí mantiene la sonrisa, con unos personajes bien interpretados que saben crear complicidad con el espectador (auque aun siendo una cinta coral no lleguemos a conocerlos todos por igual...es más, a uno de ellos ni siquiera consigueremos entender una sola palabra en todo el metraje...y no esperen el chiste de que al final sí suelte algo tan comprensible como profundo porque este no llegará...no, esto no pretende ser un spoiler) y que consiguen redimirse, al menos un poco, de sus errores del pasado, a través del poder terapeútico del esfuerzo, del trabajo bien hecho y por supuesto de un deporte que además de ganar o perder supone, en un carácter similar a la popular Campeones, mucho. pero que mucho más.
El gran baño es una película cuyo estilo parece evolucionar a la par que el trabajo de sus protagonistas, pasando de la sencillez a montajes más complejos a medida avanza (como ese de los entrenamientos en el que no falta ni un pequeño guiño a Flashdance) y que tendrá su culminación en la coreografía final en el campeonato, de cuidada fotografía e iluminación. Sí, en algunos momentos puede volverse más previsible, y en otros jugar con esa previsibilidad para darnos un pequeño baño de realidad (la recepción de la composición del veterano rockero por parte de sus compañeros y el posterior diálogo con su hija adolescente) pero es una de esas cintas que se ve con agrado y, por qué no decirlo. simpatía, una película que entretiene y en momentos incluso emociona, con una historia que nos han contado ya y que, seguramente, nos contarán más veces, pero que aquí, como relata en su geométrico epílogo, consigue que todo encaje.
El gran baño llega a los cines españoles el 11 de enero.
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