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miércoles, 29 de noviembre de 2017

CIUDADANOS HABITUALES

Pocos cócteles me resultan tan sugerentes de entrada como el de un George Clooney tras las cámaras con unos Coen en el rol de guionistas de propina. Un cóctel refinado y de cierto gusto añejo, aderezado con un líquido rojo que no es precisamente granadina y un toque ligero que se desvela tras unos primeros sorbos. Y su nombre en la carta Suburbicon.
Más ligera que otras tramas a las que nos ha acostumbrado el cine de Clooney la película se abre bajo un falso prisma de comedia de sobremesa con una ácida crítica del racismo, pero esta, lejos de ser el motor de la historia como podemos pensar en un primer momento ( y no diré más) no es sino el amargo jardín trasero de una trama de misterio con un toque hitchcockiano en absoluto gratuito, pudiendo entreverse fácilmente ecos remotos de clásicos como Vértigo, Encadenados o Crimen perfecto, algo a lo que sin duda ayuda una banda sonora con fuerte presencia.
Una historia que sabe mantener el suspense incluso cuando está alcanza cierto surrealismo ( la sorpresa del sótano, la huida en bici...) y que consigue meternos en la piel de ese testigo de excepción, Nicky, que se enfrenta a un particular y siniestro viaje iniciático que hará que cambie radicalmente su percepción del mundo...y la nuestra también.
Impecable envoltorio de catálogo de los 50, con unos exquisitos vestuarios y dirección artísitica para un thriller en el que la casualidad es clave para crear un puzzle de amores y odios hasta niveles antinaturales, con un ligero aroma a tabú y un toque de humor negro que consigue convertirnos en cómplices omniscientes de una historia que quizás no esté muy lejana de otras a las que hemos asistido antes, pero que logra con su buen ritmo atraparnos durante la totalidad de la proyección, y con ganas de saber que sucede tras el último plano.
Suburbicon llega a las pantallas españolas cual ácido caramelo envenenado el 8 de diciembre

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