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martes, 22 de marzo de 2016

ME QUIERE, NO ME QUIERE

Nos hemos acostumbrado al talento recompesado, a esas películas en las que un personaje dotado inexplicablemente para un arte o deporte consigue, no sin esfuerzo y una miguita de suerte, alcanzar el Olimpo de sus habilidad en un final feliz de esos con tanta azúcar que hace que en el cine pidas las palomitas con refresco light. Sin embargo es raro encontrarnos ante casos en los que la buena disposición y el entusiasmo no garantizan el esplendor..de una de estas variantes nos habla Madame Marguerite.
Francia, años 20. La baronesa Marguerite Dumont es una adinerada dama. aristócrata por matrimonio, que ama la música más que nada en el mundo. Intérprete aficionada de ópera, suele celebrar recitales en su casa para trecaudar fondos para causas benéficas, y cuyo plato fuerte es su actuación cantando un aria célebre, sin sospechar que los aplausos son puro conpromiso, ya que no está dotada en absuluto para este arte. Sin embargo un día una pareja de jóvenes escritores vanguardistas se infiltra en uno de estos y el descubrimiento, que se les revela dorado tanto a un nivel artísitco casi dadá, como monetario, ya que Marguerite podría convertirse en una acaudalada mecenas, hará que le propongan dejar las interpretaciones privadas y lanzarse a una carrera ante el público, lo que se convierte en más que un sueño hecho realidad para la infeliz artista.
Madame Marguerite es una película que empieza con risas. Y a carcajada limpia: las que provoca  la particular interpretación de su protagonista del aria de la Reina de la noche de La flauta mágica de Mzart, y más cuando esta culmina un repertorio de voces increíbles que hemos oído con anterioridad. Nos encontramos en unos primeros minutos de metraje con un personaje que mueve a la risa, una mujer que se cree la estrella cuando tanto su falta de talento (de esos que ya no hacen que llueva sino que ya casi esperamos que se desencadene un terremoto) como el atuendo elegido (coronado por una pluma de un pavo real, para más inri bautizado como Caruso, que es filmada de un modo tan indolente que multiplica las carcajadas) la convierten en ridícula. Pero nuestra concepción de la misma va a variar a lo largo del metraje, contándonos la historia de una mujer capaz de todo para triunfar, pero a la que ni el dinero ni el esfuerzo parecen servirle de mucho.
Con una cuidada dirección artísitca que contribuye a convertirnos en unos ávidos voyeurs del drama de unos personajes que se mueven entre la burla y la crueldad pero en muchos de los cuales parece también haber un pequeño rincón para la compasión (algo que apreciaremos sobre todo al final de la misma, viendo una evolución en los mismos del que tal vez el mejor ejemplo sea el marido de la protagonista) la película es una negra reflexión sobre el ser humano y los sueños rotos que poco a poco va perdiendo liereza para converirse en un conmovedor drama.
Una comedia negrísima, una fábula tan ácida como descoranozadora que consigue atraparnos desde el primer momento entre las dos irreales miradas del ojo de atrezzo del comienzo y la cruel mirada del fotógrafo, si bien el tono de nuestra historia va a variar notablemente a lo largo de la misma, y que deja una sensación tan perturbadora y agridulce como adictiva.
Atípica historia sobre el triunfo y el fracaso Madame Marguerite se estrena el 1 de abril en las salas españolas.

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