El culebrón de tarde. Esa sombra aciaga que se cierne sin compasión alguna sobre el grueso de las muestras de entreteniminento audiovisual, ese lastre capaz de arrastrar una buena historia hacia el más oscuro de los olvidos, ese monstruo "basado en hechos reales" de patas largas y peludas que acecha detrás de la hoja en blanco...pero también puede ser un espejismo que se aparta rápidamente para revelar algo más compeljo y por supuesto interesante. Y recientemente hemos tenido la fortuna de atisbarlo en películas como la magnífica Perdida o la todavía inédita comercialmente por estos lares The guest. Y hoy toca una muestra más, hoy toca Cold in July.
Un paisaje irreal nos introduce en la historia, un paisaje convencional y triste que pronto se revela como un cuadro colgado en la estancia en la que se iniciará un drama que de momento es de sobraconocido: un ruido en la noche, un extraño en la casa y unos disparos. Con la muerte casi accidental, más fruto del terror que de una amenaza real, del hombre que había entrado a robar en su casa, la historia de nuestro héroe parece ser una de tantas sobre un ciudadano de a pie, padre de familia y buen americano (y con un curro aburrido de manual, enmarcador), que se ve sumergido en toda una serie de problemas legales por un asesinato cometido en defensa propia...pero por suerte Cold in July no es ese tipo de película. Cold in July es una película efervescente y mutable que, moviéndose siempre en cotas cercanas al trhiller, cambia varias veces de tópico hasta revelarnos que no es tópica en absoluto, como demuestra tras el giro inicial de introducir en escena primero al padre del difunto, un ingenioso vengador recién salido de la cárcel (ya es suerte, ya) que nos dejará algunos de los mejores momentos de la película (la visita al niño por la noche) , giro que por supuesto no será el último, y nuestra cinta empezará a moverse entre bizarras paredes hasta crear un complejo pero bien hilado puzle. Nuevos personajes, extrañas decisiones incluso para individuos cuyo carácter ya damos por sentado y toda una trama de mentiras que no consiguen cubrirse unas a otras salpimentan esta cinta en la que nada es lo que parece. A su interesante guión pródigo en casualidades (como indica su título, cosas que no podemos creer que ocurrieran jamás, como el encuentro entre dos personajes cuando uno está siendo detenido por la policía...no destripamos más) hay que sumar además la eficacia con la que está rodado, logrando definir a los personajes, ricos en matices (la reacción de culpabilidad del protagonista tras el asesinato con su hijo, su esposa, sus clientes...), a veces con un solo elemento (la minuciosidad al limpiar la sangre del salón), y empleando una paleta rica en ocres que además de meternos perfectamente en localismos (una Texas que a pesar de la presencia de vegetación por su tonalidad, del ésped al coche del protagonista, se nos antoja terríblemente árida) y situación, juega a la hora de introducir elementos extraños como la sangre o el personaje del detetive, que llega a la película con un coche rojo brillante que romperá con toda la estética que hemos visto hasta ahora y abrirá la puerta al acto más sorprendente del film. Hablamos de una película que, con la inteligencia de haber sido ambientada a finales de los 80, lo que asienta elementos increíbles en fechas más recientes (la trama del videoclub), sabe llevarnos de lo tópico y cotidiano a los laberintos más oscuros de la maldad humana, sin miedo por introducir elementos humorísticos (la pelea con el mejicano que casi podría venir de una película de Bud Spencer o similares) o bizarros (la ambientación y disfraces de las "pruebas de bateo"), en una transformación que no es solo la de la historia sino la del protagonista mismo, que al final del metraje se ve capaz de realizar actos que hubiera desdeñado al principio, pasando del miedo y la culpa a la más sangrienta de las justicias, en un desenlace que bebe del espíritu de la clásica Taxi Driver, si bien los derroteros que le han conducido ahí son muy distintos de los de Travis. En definitiva una película que va probando el más difícil todavía...y lo consigue, una historia de esas que se paladean con gusto.
Una montaña rusa de escarpadas subidas y suaves bajadas, todo un parque de atracciones para los aficionados a los thrillers sorprendentes.
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