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martes, 21 de octubre de 2014

QUELONIOS HORMONADOS

Entre los recuerdos más oscuros de mi infancia y preadolescencia se encuentra una extraña adicción a esos seres llamados tortugas ninja mutantes adolescentes...las tortugas ninja para los amigos. Me tragué la serie, me tragué las películas (hasta esa del viaje en el tiempo cuando ya no era tan niña) y conseguí acumular una peligrosa serie de items (algunos intercambiados por dibujos de las mismas tortugas de mi propia cosecha con compañeras de clase) que en aquel entonces regalaban con cualquier alimento de consumo más o menos poco recomendable según los actuales galenos como patatas fritas, chicles y similar. Si hasta con las revistas daban minilibros de los susodichos bichos (y no con esas de canales de dibujos que invaden ahora los kioscos, con cosas más serias y adultas como Tiempo). Sí, era una época dorada para el coleccionismo friki, y aunque tuvieras que ahorrar literalmente semanas para adquirir uno de los muñecos originales (en mi caso un Donatello, el único que llegué a poseer) siempre podías acudir a tu colección de chorradas provenientes del supermercado...en fin. dejemos atrás la siempre peligrosa nostalgia y vayamos al turrón...vuelven los 80 y Hollywood intenta volvernos a vender las Ninja turtles.
Vuelven las tortugas ninja. Están las cuatro de siempre, el maestro rata y el malvado Shredder, pero las cosas er...han cambiado...La historia comienza de la mano de la intrépida reportera April O'Neil, que, ávida de su primera gran historia (sólo la mandan a cubrir ecos de sociedad), investiga los crímenes del llamado clan del pie, hasta que descubre que este tiene su némesis en un misterioso justiciero (esto empieza a parecer la versión cutre de Arrow). Tras la pertinente investigación nuestra heroina, lo bastante inteligente para usar palabras complicadas pero lo bastante tonta como para intentar convencer a sus jefes (entre los que se encuentra , sorpresón, una ultimamente desaparecida Whoopi Goldberg) de que lo que ha visto es una tortuga gigante (currándose un diagrama a lo CSI, ojo) se verá primero despedida (natural) y después inmersa en, por llamarla de algún modo, una conspiración que afecta a su propio pasado. Y es que aquí empiezan una serie de sutiles cambios (no sé si eco de las series animadas del 2000 y pico) que pretenden dar mayor trasfondo a la relación reportera-tortugas-rata, ya que fueron mutadas en el laboratorio de su padre (e incomptensiblemente este les dejaba alimentarlas...con pizza por supuesto) y esta las salvó en última instancia de...bueno les ahorramos el spoiler, pero su idea de salvarlas era literalmente tirarlas a la alcantarilla...un poco más y las tira por el retrete como si fuesen crías de cocodrilo. Y es que esta relación-revelación es uno de los muchos absurdos que hallaremos en una cinta rodada con poco tino que se recrea en exceso en imágenes destinadas al 3D (como en la que es sin embargo una de las mejores escenas de la película, la caída de héroes y villanos por la pendiente nevada, insustancial pero con encanto) y que se esfuerza en demasía en abrazar elementos que puedan complacer a un público infantil . Nos enocntramos ahora con unas tortugas que si bien siguen algunos tópicos (cowabuna y otros) son aficionadas al hip hop (el numerito en el ascensor, nos libramos del hilo musical y hacen esto) y hacen algún chiste que parece salido de una peli de los Wayans (y para rematar Donatello parece más un émulo de Urkel que otra cosa...si hasta hay un momento en que se ríe como él) con un Maestro Splinter que aprendió como ser ninja con un manual que encontró barriendo la alcantarilla (lo limpias que son estas ratas), ante un Shredder, inquietante en un principio, pero que parece más una navaja suiza humana que otra cosa, con un esbirro en la sombra que sabemos quien es desde un primer momento y que a pesar de ir de científico adopta decisiones absurdísimas (sí, mucho mejor drenar toda la sangre hasta que muera el especimen que ir poco a poco y dejar que produzca más, donde vamos a parar)...y nos dejamos mucho en el tintero. Se agradece el intento de resucitar la franquicia pero este cine de acción con ligero toque Bay (por cierto, productor) con mucha escena de subida a edificio que se desploma ( y la presencia de Megan Fox, que narices) no acaba de funcionar, con chistes sonrojantes (que casualidad, mi coche nuevo no dura más de tres minutos), conflictos que no se acaban de desarrollar(¿a que venía ese discursito de Rafael al final de la cinta?) y actores perpetuamente asombrados no acaba de funcionar. Mucha pasta y mucho efecto especial pero me quedo con la de los noventa y sus currados y agobiantes disfraces.
Por favor busquen otros mitos que destrozar...probablemente hasta los niños pequeños sean lo bastante sensatos como para ir a ver otra película.

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