Resulta poco habitual encontrar en los créditos de una película japonesa un nombre occidental. Si este es de la talla de Wim Wenders la sorpresa resulta todavía mayor, aunque no sea un autor ajeno en absoluto a la cultura nipona (ahí está "Tokio-Ga"). Así con un reparto por completo japonés llega "Perfect days", una historia con pocos diálogos y que debe verse con calma.
Estamos ante una historia de argumento atípico. Sin una trama definida "Perfect days" nos lleva a través de varias semanas de la vida de Hirayana, un hombre que trabaja limpiando aseos públicos en Tokio. Una vida sencilla, con una marcada rutina que incluye visitas a los baños públicos, a la lavandería, la tienda de fotografía, la librería o a un par de pequeños restaurantes de esos en los que a uno le conocen por el nombre. Pero en medio de esos días, y, casi podríamos decir semanas iguales, Hirayana, un hombre desactualizado que sigue escuchando música en cassette y usando cámara de fotos con carrete, se deja atrapar por las pequeñas cosas, como la sombra de los árboles, de tal modo que parece haber alcanzado su particular visión de la felicidad, saliendo cada mañana de su casa para mirar al cielo y esbozar una sonrisa.
Un particular haiku de depurado ritmo en el que podemos ver como las pequeñas rupturas de su rutina (el problema con el compañero de trabajo, la visita de un familiar..) le descolocan pero solo le hacen volver a ella con más fuerza. Presentada casi como una fábula de optimista moraleja " Perfect days" consigue arrancar una belleza atípica de una historia cuya premisa no invita a su visionado (también podríamos preguntarnos si su argumento, la vida de un limpiador de aseos, podría ejercer tal fascinación de no ambientarse en un país como Japón), con una banda sonora con una impecable selección de clásicos, una hermosa y discreta fotografía y escenas tam impactantes como esos sueños en blanco y negro que experimenta su protagonista y que casi podríamos agrupar como un corto aparte con el título de esa sombra cuyo kaiju vemos al principio del primero de ellos. Por no mencionar ese momento en el que la dueña de un pequeño local canta la versión en japonés de "House of the rising sun", pura canción de desamor de una amante rota, que simplemente pone los pelos de punta.
"Perfect days" es auténtico cine nipón con fuerte aroma a Wenders. Cine que parte de lo cotidiano para llevarnos a otra dimensión, haciendo cómplice a un espectador que se deja arrastrar por esta suerte de vida contemplativa que no sólo deja buen sabor de boca sino que nos inspira una calma casi zen. Cine no para todos los públicos, más que una película, una experiencia.
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