Ahora que hasta tu abuela sabe quién es Ragnar Lodbrok,serie mediante, que la saga de videojuegos Assassins' creed ha cambiado la Italia renacentista y la Grecia clásica por la Noruega de los albores del milenio pasado y que el Ragnarok ha trocado los (falsos) cascos con cuernos por las orejitas de Mickey Mouse la gran pantalla recupera otro tipo de vikingo con la película de 2009 Valhalla rising.
De la mano del director Nicolas Winding Refn, autor de una cinta tan inclasificable como The neon demon (aunque también de una cinta de culto como Drive) este film prácticamente mudo (mejor dicho, casi sin diálogos, porque elementos como el sonido del viento no resultan en absoluto gratuitos) presenta una trama sencilla: la huida de un esclavo que, tras unirse a un grupo de cristianos que se dirige a tierra santa, acabará llegando junto a estos a una tierra desconocida y salvaje.
Con un fuerte afán esteticista y toques operísticos esta atípica cinta se convierte en evocadora de sensaciones. Al modo de una sinfonía que empieza y acaba con la misma nota no se recrea ni en su trama ni en sus personajes. Sí lo hace en la presencia de estos, en especial en la de su protagonista, un Mads Mikkelsen, mudo y tuerto, con las connotaciones odínicas que ello implica. Una auténtica fuerza de la naturaleza, inclemente y brutal, no sabemos si atormentado o simplemente resignado ante las horribles pesadillas que la asaltan, y que domina la escena cada vez que aparece en ella. Un ser hipnótico que sin conducir inicialmente la historia sino viéndose arrastrada por ella acaba dominándola.
Pero de lo que realmente bebe Valhalla rising es de la fuerza de sus imágenes. De la brutalidad de unos personajes que hacen que la película lidie con el gore, de una naturaleza que los devora convirtiéndose casi en una amenaza sobrenatural y de unas escenas onírica cuyo color contrasta vivamente con la paleta naturalista del resto de la película. Entre la épica a pequeña escala y el romanticismo en el sentido más literario un auténtico viaje de autidescubrimiento y destrucción que exige paciencia de un espectador que, a pesar de su breve duración, puede sentirse sobrepasado por su sentido del ritmo, pero que si se deja llevar gozará de una experiencia sin vuelta atrás.
Valhalla rising llega a los cines el 14 de mayo.
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