Nuestra historia comienza con una imagen épica: la silueta de un hombre en medio de lo que parece ser una tempestad de hielo. Una imagen épica que podría pertenecer a cualquier adaptación fiel a la novela de Frankenstein, pero nada más lejos. O nada más cerca. Nuestra historia incluye electricidad, muerte e incluso,p considerar, monstruos. Es, ni más ni menos, La guerra de las corrientes.
La figura de Thomas Alva Edison no vive buenos tiempos, al menos en cuanto a popularidad se refiere. La reivindicación de la figura de Tesla, un nombre que adquirido peso con su mencion en series como The big bang theory o su aparición como personaje en películas como El truco final (interpretado por nada menos que David Bowie). En esta película Tesla es prácticamente un Deus ex Machina en medio de una historia centrada en el conflicto entre Westinghouse, un nombre que tal vez nos suene menos a pesar de su peso histórico, y Edison, encarnado por un Benedict Cumberbatch que desde Sherlock se ha hecho a los personajes peculiares, por el monopolio de la explotación eléctrica.
Sin entrar en motivaciones de los personajes ni en los métodos empleados en esta guerra de patentes nos encontramos ante una trama estimulante, de esas que estimulan la curiosidad del espectador. Aunque en ocasiones el ritmo resulta irregular e incluso se pierde en metáforas excesivamente dilatadas en el tiempo (el episodio de la guerra civil) la historia no pierde en ningún momento del todo el interés de la historia. Aun siendo un nuevo montaje de su director de una versión estrenada en 2017 y que no contó con su aproximación hay partes que resultan atropelladas (la enfermedad que conduce a la muerte de uno de los personajes) y sus protagonistas poco definidos, dando la sensación de ser material más apto para una miniserie que para un film de apenas hora y media.
Pero también nos encontramos ante una película de magnífica dirección artística y hermosa fotografía, con un cuidado acabado que nos ayuda a transportarnos a otro tiempo, con soluciones visuales tan interesantes como la pantalla triplemente partida del desenlace onel mapa de bombillas de dos colores para mostrar el avance de ambos genios. La guerra de las corrientes es una película, valga el símil fácil, de luces y sombras, de dioses y monstruos. Una cinta que debería verse en colegios e institutos, pero que queda para el espectador medio como una entretenida aproximación a un episodio relativamente desconocido, pero relevante, para conocer el mundo de hoy.
La guerra de las corrientes llega a los cines el 10 de enero.
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