Conincidiendo con su 30 aniversario, y al igual que se hizo en años anteriores con El mundo sigue y Bruja, más que bruja, Sherlock Films nos trae este año El vuelo de la paloma, de Jose Luis García Sánchez (que además se ocupa del guión junto a Rafael Azcona), una cinta protagonizada or Ana Belén, José Sacristán, Juan Luis Galiardo, Antonio Resines y Juan Echanove que vuelve a los cines el próximo 27 de julio.
Con mucho de teatral a pesar de tratarse de un guión original, con aires de sainete y fidelidad a las tres unidades, la película es una comedia romántica en la que Ana Belén, la Paloma del título, se debate a tres bandas entre su marido, el platónicamente enamorado padrino de sus hijas (lo que hoy llamaríamos un pagafantas) y un galán de cine aficionado a las citas literarias que casualmente se cruza en su camino cuando se empieza a rodar una película en la plaza en la que vive nuestra heroina.
Pero a pesar de este romanticismo, casi podríamos lidiando con una suerte de casto poliamor, si hay algo que destaca es un sentido del humor totalmente surrealista que no deja títere con cabeza y que, con el paso de los años se ha convertido en políticamente incorrecto por pleno derecho, con referencias (a más de uno esto le sonará en plena polémica sobre el humor de los 80) que podríamos calificar incluso de machistas y racistas (y casi podríamos ir más allá, con un personaje, el encarnado por Antonio Resines, al que enloquece la hija mayor de Paloma, apenas una niña, por el mero hecho de que le encuentra igual a su madre en la época en que eran novios, en plena niñez...), pero que consigue regalarnos escenas tan divertidas como la de ese asesor histórico y ese chamarilero, convertidos en amigos por casualidad, hablan sobre la cartilla de Hitler y otros probablemente apócrifos restos históricos que vende en su tienda. Y el humor no se que da solo en los diálogos, con pequeños detalles tan divertidos como los nombres de las hijas de Paloma (tan madrilesños como paloma, Almudena, Isidra...y de postre Atocha) o la bandera que intentan colgar los vecinos de abajo (un poco más y de refilón vemos que casi cuelgan una esvástica) y gags visuales como el del tupé pectoral de Juan Luis Galiardo.
Es inevitable confirmar que lo mejor de esta película son sus actores, de los principales a unos secundarios que están sencillamente brillantes (ahí está por ejemplo Luis Ciges), logrando dotar de naturalidad a unos personajes para los que la agilidad de réplica lo es todo y que nos regalan algún diálogo de antología o momentos tan sorprendentes como hermosos como las canciones a coro interpretadas en distintos momentos de la cinta.
Nos queda una película cuyo espíritu puede chocar en pleno siglo XXI, y más si no se conecta con el tipo de humor que presenta, pero que constituye un buen ejemplo de cine a redescubrir con su buen trabajo actoral y sus ingeniosos tópicos madrileños (del guiño al chotis en la banda sonora al Cristo de Medinaceli que vemos en la tienda del suegro de Paloma), haciéndola más que recomendable para los amantes del cine español en general y de la comedia en particular, sin perjuicios.
El vuelo de la paloma vuelve a los cines el 27 de julio.
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