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viernes, 16 de febrero de 2018

UN PASITO PALANTE

 Foxtrot es una palabra del alfabeto militar, pero también un baile. Un ritmo cuyos movimientos llevan hacia delante y hacia atrás, haciendo de el un círculo vicioso que reconduce al punto de partida.
Pero Foxtrot también es la última película de Samuel Maoz, aunque francamente, ninguna de las dos anteriores acepciones choca con el clima de una película que consigue que sus personajes acaben siguiendo involuntariamente este particular ritmo.
Con un potente arranque dramático el director sabe atraparnos en las garras del dolor, mostrando eficazmente los estadios de un duelo que destroza a sus personajes. Pero una asombrosa revelacion cambiará su destino de un modo que ellos apenas pueden imaginar, haciendo que la cinta mute repentinamente para caer en unas garras muy distintas: las del surrealismo.
La realidad del dolor troca entonces en el absurdo más puro: el de lo cotidiano y el de la guerra, dos ejes que nos dejarán escenas tan delirantes como la del camello o el robot de juguete pasando la barrera, y que hacen que esta segunda parte sea radicalmente distinta.
Aunque esta segunda parte nos deje algún plano memorable y escenas que podrían ser perfectamente un cortometraje en si mismas, como la animación que conecta con el que será el arco final de la trama y que supone una de las mejores partes de la película, es en esta dónde la cinta pierde una gran parte de su alma. Y solo sabrá recuperarla en sus últimos minutos, en la estéril danza de dos personajes que solo parecen poder curar parte de su dolor anímico en el dolor físico autoinflijido.
Foxtrot revela un comienzo brillante cuya intensidad no alcanza el resto del metraje, aunque intenté volver, como el baile que le da nombre, al punto de partida. Pocas palabras y mucho sentimiento en un arranque que roza el onirismo ( ese anuncio en el periódico que volveremos a ver en la furgoneta del control, o la revista porno cuyo significado conoceremos más tarde) pero que exhuda realidad, y que perjudica una pelicula que resulta curiosa, en muchos momentos divertida, pero que en ningún momento vuelve, por mucho que lo intente, a su brillantez inicial.

Foxtrot llega a las pantallas españolas el 2 de marzo.

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