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lunes, 4 de julio de 2016

VOLANDO ALTO

Hace no mucho hablábamos del verano y de toda la amigable fauna que trae con él. como por ejemplo esos alegres eccualos que de vez en cuando visitan nuestras pantallas (de medusas, mosquitos y domingueros varios ya hablaremos próximamente) pero la verdad el verano también puede ser un período de transición, una época de relajada reflexión frente a un futuro que parece abrirse en septiembre...y no hablamos solo de los cateados...es el caso de El verano de Sangailé.
Sangaile, una retraída adolescente, pasa el verano previo a su último año de instituto en la casa de verano de sus padres. Dirante una exhibición aérea a la que asiste como espectadora conoce a Auste, una extrovertida chica amante de la moda y la fotografía que la invita a tomar algo en la cafetería en la que trabaja. ^Poco después Sangaile acepta la invitación y pronto se une al grupo de amigos de Auste, con los que pronto hace buenas migas, pero poco a poco empezará a darse cuenta de que entre ambas ha nacido algo más y que Austé es la única persona del mundo con la que puede de verdad sincerarse.
Deama romántico protagonizado por dos jóvenes completamente antagónicas y con más de un secreto El verano de Sangailé es una fábula dulce sobre el paso a la madurez y el peso de las elecciones propias.
Escueta en diálogo (de modo que durante los primeros minutos de la cinta, tras una escena que por carecer carece hasta de música apenas sí oímos a las protagonistas, al igual que en los previos al desenlace), otorgando un peso mayor al apartado visual la película nos sedcuce con unas imágenes tan cuidadas como hermosas, jugando principalmente con una fría paleta de color, de las que las fotos realizadas por el personaje de Austé es una buena muestra.
Así todo el metraje se recrea en su pequeño universo, un mundo con una gran carga onírica (los vestidos de luces, las imágenes de la bañera) con incluso algún elemento surrealista (el hallazgo de la tenia), en el que tan importantes son el conjunto como los pequeños detalles (un hombro, un dedo...hasta los cadáveres de las moscas), arrastrando todos una ligera aura de fascinación que nos hace redescubrir el mundo igual que lo hacen sus jóvenes protagonistas, interpretadas con toda la naturalidad del mundo por las actrices que les dan vida.
El verano de Sangailé es una película sobre los sueños, o más bien sobre los proyectos de sueños, en la que sus personajes se hayan en un momento de sus vidas en las que parecen abrirse todas las opciones, a pesar de los momentos de ofuscación que les pueden llevar a tomar decisiones equivocadas, y en el que nada es fácil (por mucho que los adultos les pregunten con toda naturalidad que van a hacer en un futuro bastante próximo), una cinta que revela que, a pesar de las inclinaiones propias o el talento innato muchas veces para tomar el paso decisivo lo más relevante es tener un alma comprensiva al lado que entienda, o al menos pretenda comprender el estado anímico de la ora persona, y lo hace reflejado en esta historia de dos chicas que siendo totalmente diferentes en más de un sentido (es más, antes de comenzar su relación con Austé Sangailé mantendrá un escarceo amoroso con otro chico del grupo...en cambio el interés de la primera por ella se hará patente desde el primer momento) saben encontrar en la otra el escalón para cumplir unos deseos que a ellas mismas les cuesta emprender (la fascinación por el vuelo...).
El verano de Sangailé es una cinta de ritmo pausado, incluso excesivamente en su tramo final, pero que logra que en ningú momento perdamos el interés por la historia de la joven pareja, una historia con luces tenues y sombras ligeras, y que nos dejan una película tan delicada visualemtne como clásica en su desarrollo, un sueño tan real como hermoso.
Drama adolescente de elaborada factura El verano de Sangailé se estrena en las salas españolas el 8 de julio.

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