¡Volvemos sl hoyo! A pesar de no ser precisamente glamuroso pocos lugares hay tan cinematográficos como una mina, del drama (En tierra de hombres...) al terror (Beneath, Un San Valentín de muerte), dejando quizás un agujerito (y nunca mejor dicho) en el caso de la comedia. Sin enbargo hay ocasiones en las que hay lugar para un poquito de todo y ese es el caso de La mina (The night Watchman).
Jack, tras salir de la cárcel, vuelve a la casa paterna donde todavía viven su mujer e hijo, sordomudo, y su hermano, el pastor de una pequeña comunidad. Antiguo pueblo minero sin embargo la mina permanece actualmente cerrada y ha pasado por donación a ser propiedad de la iglesia, de modo que Mike logra que su hermano consiga el puesto de guarda nocturno, para evitar los frecuentes robos de maquinaria. Mientras intenta recuperar el cariño de una familia que se ha cansado de esperarle Jack comenzará a pasar sus noches en el abandonado recinto pero a medida que pasa el tiempo empieza a sospechar que la mina oculta algo más, debido a los extraños sonidos y sucesos que empiezan a tener lugar con frecuencia, algo cuyo origen desconoce pero que consigue aterrarle hasta la médula.
Con un comienzo de género, de esos que suelen abrir una historia de auténtica pesadilla, La mina es sin embargo un curioso híbrido de drama sentimental y cinta de terror.
Ambientada en la América profunda, en la que no faltan ni el predicador riguroso ni la caravana destartalada ni el banjo en el porche, la película desgrana poco a poco el pasado de Jack, un hombre que tras una estancia en prisión (el motivo no lo conoceremos hasta casi el final) vuelve a su antiguo hogar dispuesto, no sin dificultad, de sus antiguos demonios, unos dolorosos sucesos que han minado su situación personal y familiar.
Esta dramática trama, en la que parece sentirse más cómoda el elenco protagonista, sin embargo se verá salpicada durante esporádicos momentos del metraje, así como en su principio y final, por una terrorífica historia de esas a las que invita un lugar tan siniestro como una mina, lugar también de osucro pasado (tanto por las muertes que han tenifo lugar en ella como por la continua sensación, como afirma uno de los personajes, de que el mismísimo diablo puede ocultarse tras cada esquina).en el que tendrán lugar una serie de sucesos misteriosos que explicarán tanto la críptica escena de apertura como conducirán a un perturbador final (que aquí no desvelaremos) en el que no faltan elementos que resultarán familiares a más de un fan del género.
Sin embargo la cinta parece no queres decidirse en ningún momento por uno de los dos campos. Con buenos miembres y elementos tanto para el drama como para el horror sin embargo el desarrollo queda ligeramente en tierra de nadie al presentar dos universos distintos que no acaban de contaminarse y en el que hasta se permite la entrada de algún género que parece chocar todavía más con estos como es el caso del musical (no faltan canciones y todo hay que decirlo, bellamente interpretadas), y que contribuyen a lastrar quizás demasiado el ritmo de la película.
La mina es una obra de cuidada puesta en escena y fotografía, que sabe jugar con los contrastes de sus particulares escenarios e iluminación (como la muy llamativa luz roja del ascensor que baja a las profundidades de la tierra). así como regalarnos unas buenas interpretaciones por parte de sus actores ( en especial un Jimmy Shaw que lo clava en su papel de severo predicador con más fisuras de las que parece demostrar en un primer momento) pero en ningún momento consigue arratrarnos debido a su baile de géneros, tal vez excesivamente melodramático para los aficionados al terror (a los qu si satisfarán sus minutos finales y algún guiño simpático como el de la silla) y demasiado terrorífico para los que busquen un drama al uso.
Compleja mezcla de géneros sin definir entre el drama rural y el survival La mina (The night watchman) llega a los cines el 29 de julio
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