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miércoles, 21 de octubre de 2015

ZEÑORITA MONTAÑA

Seguramente al gato de Schrödinger en algún momento, estuviese vivo o en plan protagonista de Los Otros, su cajita le parecía un entorno aterrador, pero los humanos somos un pelín más complicados. Solitarios cementerios poblados por fuegos fatuos, abandonados navíos perdidos en la bruma, laberínticos jardines de imposibles ángulos...todo es poco para crear una atmósfera de esas que erizan el pelo del cogote y nos animan a buscar un entorno algo más acogedor, generalmente con poca fortuna...y pos supuesto las eclépticas mansiones de elevados pináculos, estancias cerradas y aterradores retratos que nos observan con sus ojos muertos en su lóbrego páramo correspondiente son una de las cumbres (ups) de las ambientaciones terroríficas. En una de ellas transcurre buena parte de la película que tratamos hoy...hoy hablamos de La cumbre escarlata.
 La joven escritora de relatos de fantasmas Edith Cushing siempre ha creído en ellos, desde que el espíritu de su madre le advirtiera siendo niña del peligro de la cumbre escarlata. Años después una pareja de hermanos de la nobleza inglesa acudirá a pedir una inversión económica a su padre, un adinerado hombre de negocios, para la explotación de unos depósitos de arcilla roja. Algo comenzará a nacer entre ella y Thomas pero solo darán el gran paso tras la muerte de su padre en extrañas circustancias, marchando después al viejo continente a la misteriosa mansión de la familia, cuyo pasado ella solo comienza a intuir.
Con todos los elementos del melodrama a su disposición, desde la melancólica pero resuelta joven huérfana al latifundista enamorado que oculta más de un secreto pasando por progenitores muertos y otras lindezas La cumbre escarlata es una fábula de terror gótico que bebe de numerosos referentes clásicos.
Con una apabullante dirección artística, con el cuidado al que nos tiene acostumbrados la cinematografía de Guillermo del Toro, auque con una saturada paleta de color poblada por una excesiva y chillona gama cromática que más bien nos remite a sus muy recomendables entregas de Hellboy, y que probablemente chirríe a más de uno en especial si la comparamos con sus anteriores cuentos "de fantasmas", El espinazo del diablo y el laberinto del fauno, la  película es un derroche de imaginación visual (de tal modo que a título personal, me permitió fantasear con un hipotético cambio de localizaciones, trocando estos Nueva York e Inglaterra en un terreno más colonial, y sus cegadoras nieves por una rica e indómita selva, espacios más en la línea de estos excesivos lugares) lo que contrasta notablemente con una historia más convencional de lo que esperamos, en la que no faltan elemenos absurdos ni giros de guión que ya no sorprenden, y de lo que no lo salvan ni las imágenes poderosas, que las tienw (los voraces insectos, inquietantes en un primer momento acaban volviéndose algo excesivamente recurrente)
Así si bien nos encontramos con toda una serie de persoanjes inquietantes (con Jessica Chastain a la cabeza, un perfecto híbrido de hermana castradora y ama de llaves que nos regala algunos de los mejores momentos de la cinta, y cuyo vestuario y comportamiento contrasta notablemente con los de una protagonista que, habiénsdose revelado como una mujer moderna al comienzo de la cinta luego se deja caer en todos los tópicos de la heroina melancólica, y cuya caracterización tan rubia, pálida y vestida de blanco la hacen más parecer un fantasma que esos espíritus de la cinta que se mueven entre el rojo y el negro...es más, si no fuera por los tonos rojizos que tiñen la nieve por razones que aquí no revelaremos el personaje de la protagonista es literalemnte en el desenlace de la cinta una mosquita en leche) y una buena tanda de sustos bien ejecutados (aunque más de uno parece directamente salido de Mamá, con esa suerte de rastro nebuloso que dejan los aparecidos, o del muy recomendable vdeojuego The evil within) pero también un exceso de referencias que superna el mero concepto de homenaje, con un cuarto de baño y un exterior nevado salidos casi directaemnte de El Replandor o (torpes) alusiones al mítico Sherlock Holmes.
En La cumbre escarlata hay muchos elementos para componer un film entre hitchcockinao y hammeriano, pero sus directrices no llegan a buen término, perdiendo excesivamente el ritmo en la que consideraríamos la segunda parte de la película, e irónicamente haciendo lo que justo Thomas echa en cara a su protagonista, el no conocer el corazón humano a la hora de crear sus cuentos, con toda una galería de personajes estereotipados que no llegan a conectar con el público, y que hacen de esta cinta un desliz en medio de la brillante carrera de Guillermo del Toro
Imprescindible para completistas,,,para aquellos que busquen clasicismo u originalidad la película se mueve en un inquietante terreno intermedio que no satisfará a ninguno...

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