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miércoles, 14 de octubre de 2015

NI UNA SOLA PALABRA

Por mucho que impactasen, en cuestion de premios y taquilla, The artist y Blancanieves no crearon escuela. Su radical propuesta de presentar las que en el fondo eran dos historias, una sobre una caída y otra sobre un ascenso, bastante clásicas por otra parte no trajeron esa cola de películas al old style que podríamoa haber previsto (de filmes más experimentales como la exasperante Begotten mejor hablams otro siglo...aunque ya lo hicimos en su día) y la cosa quedó convertida en un interesante díptic, y es que el cine mudo sin gente como el grandísimo Emil Jannings ya no es lo mismo. Sin embargo eso del silencio siempre ha tenido un punto mád bien inquietante y por eso hoy hablamos de Don't Speak...la película, ojo, no la canción.
Un grupo de amigos celebra una fiesta a bordo de un barco, pero cuando uno de ellos se hace un profundo corte con una botella en el pie, y ante la imposibilidad de atenderle allí mismo, deciden bajar a un cercano pueblecito costero a buscar ayuda. Sin embargo sus escasos habitantes se niegan a ayudarles, insistiendo en que no emitan ruido alguno. Las cosas se tornan más escalofriantes cuando el herido desaparece y todo parece conducir a una gran y moderna mansión que domina la cima de la isla.
Un grupo de jovencitos en plena ebullición hormonal, alcohol, un pueblo solitario...son elementos que todos conocemos muy bien, y que nos han acompañado en nuestra pequeña historia de amor con el slasher durante años...solo que como en cualquier slasher, se precie o no, debe haber algún puntito origianal: una máscara, una inquietante habitación, una marca común en todos los asesinatos...en el caso de Don't speak el elegido, ya que los cuerpos son llevados a un inqueitante lugar común (que aquí no desvelaremos) y nuestro asesisno de turno carrece de disfraz es la obsesión por el silencio que oculta una dolorosa historia del pasado que poco a poco iremos descubriendo.
Sin embargo si bien este punto de partida es muy interesante, así como la idea de ambientar la película en un solitario (pero turísitco, de esos con barcas y casitas blancas..solo le falta un chiringuito decente en la playa pero claro, hacen un pelín de ruido) pueblecito a plena luz del día (las escenas más oscuras son mera penumbra y algún juego con las luminosas vidrieras de la casa en la que se desarrolla la mayor parte de la cinta no deja de recordarnos a películas tan recomendables como I am a ghost), así como el empleo de animaciones para contarnos todo el pasado de la isla (quizás la mejor idea de la cinta), la película con un inicio prometedor empieza a deshincharse en el momento en que los protagonistas pisan la isla, y más en el momento en que se cruzan con el primer habitante de la misma, un niño con una voz excesivamente adulta (ignoro como lo habrán tomado en la versión doblada) que mueve más a la risa que al pánico
Así nss emcontramos con elementos muy inquietantes que nos remiten a algunos de nuestros psicópatas caníblaes más queridos, aunque sin explotarlo todo lo que podría (esa mesa con delicatessen cárnicas, o el saladero del sótano), así como algún oscuro factor que nos lleva al universo del terror japonés (esa niña de blanco a la que le da por aparecerse de sopetón peo que no todo el mundo puede ver), que por habituales no dejan de dar mucho juego, pero también con interminables caminatas por el bosque, personajes que se tiran los trastos a la cabeza a la mínima (no creo que hiciera falta la incursión en la isla...dejenlos un par de horas solos y quizás un par de ellos regresen a puerto...y solo quizás) y carreras que no conducen a nada (o a un callejón sin salida) y que no dejan de lastrar una película que va perdiendo fuelle a medida que avanza.
Buen material que, desgraciadamente, no acaba funcionando en una cinta plagada de absurdos con un ritmo que más que avanzar, repta. Una lástima para una cinta que prometía y bastante.
Para completistas...eso sí, en materia gore más bien ligerita...habrá que esperar a las cosecha de Sitges de este año...



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