Ahora que se habla más del cine de Corea por los Óscar y hace unos cuantos meses que no vemos a Liam Neeson por nuestras pantallas podría haber llegado el momento de que la venganza como tema cinematográfico haya perdido su fuerza. Nada más lejos de la verdad...émulos de Don Mendo o el Conde de Montecristo siguen tomando nuestras pantallas y la última muestra llega con el explícito título ( más que el original The rhythm section) de El ritmo de la venganza.
Aunque sus primeros minutos nos pueden hacer pensar más en un drama al uso. con una protagonista destrozada tanto a nivel físico como psicológico, dedicada a la prostitución y adicta a diversas drogas tras la pérdida de su familia en un accidente aéreo El ritmo de la venganza no está dispuesta a desmerecer de su nombre, pasando rápidamente a un thriller puro y duro en el que nuestra antiheroina, con la ayuda de un exagente secreto encarnado por Jude Law, se reinventa como asesina para lograr vengar lo que en realidad es un horrible atentado terrorista.
Hasta aquí nada nuevo, una historia que nos resulta familiar, con alguna laguna en su argumento que puede dejarnos algo descolocados (La rapidez del personaje de Law a la hora de decidir el destino de la protagonista o con la que se atan cabos en el arco final) pero que, como esperamos, convertirá a una frágil víctima en una máquina de matar.
Pero aunque Blake Lively se encuentra inmersa en todo un papel bombón, de esos que permiten a un intérprete mostrar una buena carga dramática así como un exigente trabajo físico, y del que consigue salir airosa (aunque parece sentirse más cómoda en su rol en el primer caso) la película no consigue aportar mucho al género, con una historia que a pesar de su trágica premisa podría resultar rabiosamente entretenida de no ser por un sentido del ritmo que no consigue mantenerse a lo largo de su desarrollo, con un montaje que abusa de los planos pseudosubjetivos y los primeros planos (de cara y de nuca) y que pretende crear tensión cerrando plano sobre sus protagonistas para dejar las tomas generales a unos interludios destinados a mostrar la ubicación geográfica de sus personajes.
El ritmo de la venganza no carece de buenas escenas, como la pelea en el autobús o ese entrenamiento en plena Escocia con toques de Pai Mei o, por qué no decirlo, de Cato, pero no logra crear la tensión necesaria con una trama que se adivina previsible. Queda una cinta correcta con buenos mimbres, pero que a lo mejor bajo otro prisma habría quedado como una de las grandes propuestas de acción de este año.
El ritmo de la venganza llega a nuestras pantallas el 6 de marzo.
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