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miércoles, 12 de febrero de 2020

LA BODA DE MI MEJOR LÍO

Aunque puede que todavía a algún antropopiteco le venga a la mente el chiste aquel de que a las mujeres no les gusta el porno porque al final los protagonistas no se casan a la hora de hablar de las bodas en el cine es innegable que hay un buen número de comedias que deben mucho a una de las celebraciones por excelencia (ya no hablamos de los dramas como El graduado o similar), algo a lo que no es ajeno el cine español desde la berlanguiana ¡Vivan los novios! a 3 bodas de más, pasando por un largo etcétera. A la cola (del vestido de novia) se apunta Hasta que la boda nos separe).
Remake de la francesa La wedding planner (Jour J) esta película de Dani de la Orden, un director que vuelve al género tras la más dramática Litus se mueve por los terrenos de la comedia bufa para contar la historia de una organizadora de bodas que descubre que, por una serie de equívocos, sus nuevos clientes son el invitado de la última boda en la que ha trabajado con el que se ha acostado la noche anterior y una excompañera de colegio no precisamente bien avenida.
Con un arranque, una primera boda en la que se conocen los protagonistas y de la que, como marca la tradición, surgirá otra (tras un breve prólogo que deja bastante por los suelos el cine romántico y que es lo mejor de la cinta...casi que es más seguro que algún espectador ya lo ha visto al menos parcialmente trailer mediante), que consigue mostrar el lado más alocado de la cinta con una buena dosis de humor negro la película avanza posteriormente a terrenos más característicos de la comedia romántica propiamente dicha, avanzando en la línea del triángulo amoroso de desenlace más o menos previsible que la hermana con cintas como La boda de mi mejor amigo.
Protagonizada por la reciente ganadora del Goya a la mejor actriz, Belén Cuesta, y Álex García, porotagonistas ambos de Litus, Hasta que la boda nos separe nos revela a un elenco de actores que se muestran cómodos en el género, cameos incluídos. Pero no consiguen salvar por completo una historia que a pesar de tener algún buen golpe (y no solo en el sentido de la comedia física) va perdiendo ritmo a medida avanza, no logrando siquiera recuperarlo en un final menos catártico y más abrupto de lo esperado, con escenas tan prometedoras como fallidas como la de la prueba del barco y otras que rozan directamente lo siniestro como el desenlace de uno de sus personajes.
Hasta que la boda nos separe gana más por partes que en conjunto, con más de un gag que puede hacernos reír a mandíbula batiente pero sin lograr crear en el espectador nada ninguna clase de impronta, con unos personajes que generan más química entre ellos que empatía en el espectador y un desarrollo previsible a cada momento. Una comedia sin más, para pasar un buen rato si no acude con excesivas pretensiones...ni está a punto de casarse.
Hasta que la boda nos separe se estrena (oportunamente) el 14 de febrero

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