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jueves, 21 de febrero de 2019

GIRASOL SE LLAMA MI AMOR

Van Gogh es uno de esos artistas que es como un boomerang: no importa donde vaya que siempre volverá. Y, como hemos podido comprobar en cintas como Loving Vincent o Los sueños de Akira Kurosawa ni siquiera sabemos en qué forma.
Van Gogh. De los campos de trigo bajo los cielos nublados nos llega bajo una etiqueta más clásica, la del documental, nuevamente bajo la tan agradecida iniciativa de la propuesta Arte en el cine.  Sin ser el primero dedicado a la figura del artista holandés el documental toma como punto de partida la colección Kröller-Müller, creada por una adinerada amante del arte que se identificó de tal modo con el pintor y su visión del mundo que acabó consagrándole, no sin esfuerzo, un museo en el que también se puede disfrutar de una exquisita muestra del arte de la época incluyendo obras de artistas como Seurat.
Este es el original arranque de una cinta que sabe centrarse en el componente emocional de la trayectoria de Van Gogh, de su vinculación con la naturaleza y sus fuertes convinciones religiosas, a la vez que nos lleva por el laborioso proceso de trabajo que conlleva el montaje de una exposición, en este caso la que tuvo como marco la Basílica Palladiana de Vincenza, añadiendo un punto muy original a una obra que, sin renunciar a los tópicos que ya conocemos (que sin embargo sabe analizar con inteligencia) sabe presentarnos elementos menos conocidos como su trayectoria como dibujante.
Van Gogh. De los campos de trigo bajo los cielos nublados, a diferencia de otros documentales de los que hemos podido disfrutar recientemente, es una obra que renuncia a las recreaciones hechas por actores (salvo una breve escena con una campesina en la que no hay ni rastro de Van Gogh), para contarnos una historia en las propias palabras del artista, merced a sus numerosas cartas, con mimo por la imagen (ahí está esa escena casi poética en la que asistimos a como se apagan una a una las luces de la exposición), sabiendo aunar lo conocido con lo inédito para crear un fresco tapiz, rico en colores, de la vida del artista. Sí, de Van Gogh hemos podido disfrutar ya de un buen puñado de documentales, pero este, esbozado con mimo, consigue tanto deleitar a los amantes de su obra como despertar el interés por aspectos menos conocidos de la misma, consiguiendo que esperemos con ganas nuevas propuestas de este placer que es disfrutar del arte con mayúsculas en el cine.

Van Gogh. De los campos de trigo bajo cielos nublados podrá verse en las pantallas españolas el 25 y 26 de febrero.

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