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martes, 16 de julio de 2019

Y A TORRENTE LO ENCONTRAMOS EN LA CALLE

Desde los tiempos de La gran familia con el entrañable Paco Martínez Soria buscando a Chencho por la madrileña Plaza Mayor a grito pelao sabemos que la comedia familiar española suele abarcar gran número de hijos y altas dosis de confusión. Padre no hay más que uno, obra de un Santiago Segura que demuestra que de su  Torrente más que pasar página ha pasado casi un listín telefónico, se apunta al carro con menos hijos que el proverbial clásico, pero con altas cotas de locura.
Remake de la argentina Mamá se fue de viaje nuestra historia arranca de la lucha de sexos para presentarnos al típico padre que cree poco menos que los hijos, cinco en este caso de entre 4 y 13 años, se crían por arte de magia cuando en realidad la artífice de tal milagro es la madre de los niños, combinando trabajo dentro y fuera de casa. Por supuesto nuestro héroe (es un decir) solo se dará cuenta de la cruda realidad cuando esta opte por irse de vacaciones con su cuñada dejándolo casi (ahí está ese ángel de la guarda en forma de niñera) solo ante el peligro.
Padre no hay más que uno nos guía por un terreno familiar, sumando un padre inepto y con poco tacto (inenarrable el modo en que transporta a sus hijos...hay gente que maneja con más mimo los muebles de Ikea) que parece una extensión caricaturesca del personaje mediático al que nos tiene acostumbrados Santiago Segura en sus apariciones televisivas a una horda de salvajes infantes que casi parecen herederos de las niñas de Mamá, solo que más asilvestrados si cabe. Dos polos que tienen que chocar por fuerza, y a los que se añade para redondear el cóctel una madre sufridora sin pelos en la lengua ( memorable la reflexión sobre el marido-cuñado) y una pareja de cuñados encarnados por Silvia Abril y Leo Harlem que parecen más ayudar a crear problemas que a solucionarlos (amén de abrir una curiosa puerta al product placement a través del trabajo del cuñado en cuestión...finjan sorprenderse).
Pero el resultado constituye una película divertida, con diálogos con miga rozando en más de un momento lo políticamente incorrecto, en la que se nota que sus actores, independientemente de la edad y por supuesto con los cameos a los que nos tiene acostumbrados la filmografía de Segura (aunque no en un volumen tan apabullante como era la saga Torrente sí hay rostros tan conocidos como El Rubius o Boris Izaguirre), se sienten cómodos. Una cinta de ritmo ágil, con su rinconcito para la acidez pero también la moralina (eso si, hay momentos tan redondos como el de la respuesta que da el.personaje de Segura cuando descubre por qué su hijo se pelea tanto con uno de sus compañeros...de antología) y que deja buen sabor de boca. No será la mejor comedia veraniego-familiar de este año pero sí una excusa más que justificada para disfrutar con los más pequeños...tras rogarles que, por lo que más quieran, no copien lo que vean en la pantalla.


Padre no hay más que uno llega a los cines el 2 de agosto.

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