Daniel Mantovani es un afamado escritor ganador de numerosos premios y distinciones, pero que tras recibir el nobel entra en un estado de vacío creativo y rechaza todas las invitaciones de congrsos, entrevistas y entregas de galardones a las que se le invira. Sin embargo un día le llega una carta de su tierra natal, Salas, un pequeño pueblo argentino muy alejado de la capital que reclama su presencia para homenajearlo y otorgarleel título de ciudadano ilustre. Tras mucho pensarlo accede al que será un curioso reencuentro con una tierra que no ha pisado en más de 40 años.
Entre el drama y la comedia negra El ciudadano ilustre presenta el choque entre un hombre que lleva las dos terceras partes de su vida viviendo en un continente alejado de su patria chica y el pueblo que le vió nacer, acentuando desde el primer momento en que pone el pie en este (o prácticamente desde que pone el pie en el aeropuerto como vemos en el accidentado viaje de traslado desde el aeropuerto), entre la lujosa casa que habita y lo que es un pueblo de provincias que en realidad no parece haber cambiado mucho en las últimas décadas y, si lo ha hecho, lo ha hecho para mal (la reacción del dueño de la barbería donde estaba la casa de la infancia del protagonista).
Presentado una situación que se nos ha hecho familiar en forma de noticia (los homenajes a estrellas que se han hecho famosos muy lejos de las pequeños pueblos que les vieron nacer) la película se permita una pequeña vuelta al tópico, desmontando poco a poco la figura heroica (al menos antes de su llegada) del homenajeado, un escritor que, sin traicionar sus propios principios ni actuar de un modo distinto del que lo haría fuera de este esquivo ambiente (que de entrada no resulta especialmente simpático pero que poco a poco logra la empatía del espectador), ve como poco a poco la reacción de sus compatriotas va cambiando en torno a él, desde la curiosidad y admiración ciega (el pequeño cortejo que le sigue en sus primeros paseos por el pueblo) o incluso la sensación de considerarlo unviejo conocido incluso personas que ni lo han conocido antes de su marcha (las reacciones del hijo del repartidor) a otros sentimientos muy distintos, y que van desencadenando un negro desenlace que nadie puede prever a su comienzo.
El ciudadano ilustre es una película que sabe partir de un arranque costumbrista, incluso podríamos decir ligeramente grotesco (el paseo triunfal en camión de bomberos, el vídeo de presentación del homenajeado...) para ir creando poco a poco un clima tenso y malsano que baña todo el pueblo y que tiene su culminación en el extraño paseo que abre el último acto de la cinta y que es perfecto reflejo inverso de aquel con el que se abren los homenajes para el protagonista en la trama, mostrando todo un arco de mezquindades humanas de las que el protagonista es tanto inocente como culpable en lo que es realmente la magnificación de hechos insustanciales (el concurso de pintura), pero forjando una historia que arrastra al espectador con unas +interpretaciones que consiguen meternos rápidamente en una cinta que muta continuamente, de la risa (el discurso del alcalde) al terror (la caza del chancho), incluso con momentos de belleza casi onírica (el relato a la luz de la fogata) , en un clima entre la mágica irrealidad y una crónica de sucesos que no nos extrañaría leer en cualquier diario.
Oscura visión de la fama y las reacciones que suscita El ciudadano ilustre llega a los cines el 11 de noviembre
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