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miércoles, 30 de noviembre de 2016

A SANTA TECLA ROGANDO

 ¿Qué tendrá la música para el clero? En concreto ¿qué tendrá para las monjas? Recuerdos traumáticos del colegio aparte (que seguro más de uno tiene alguno atravesado en la cabeza) en cuestión de séptimo arte mucho...desde la clásica Sonrisas y lágrimas (cuyo nombre original no es en vano The sound of the music) a las dos partes de Sister act pasando por innumerables hermanas canarinas has ta incluso la guitarrista con hiperbólicos cambios de humor (por llamarla de algún modo) de Zipi y Zape y la isla del capitán, pero hoy nos centramos en una cinta que nos llegá de Canadá...hoy hablamos de La pasión de Augustine.
 Canadá, años 60.El convento que dirige la madre Augustine sufre graves problemas económicos. Colegio femenino una de sus principales bazas es la música y especialmente la enseñanza de piano, materia en la que Augustine es una auténtica virtuosa. Pero toda una avalancha de cambios derivados de la reforma escolar, el Concilio Vaticano II y las ideas de la nueva cabeza de la orden parecen querer acabar con su trabajo de décadas, cerrando el convento y separando a su cuerpo docente. Son momentos difíciles para Augustine, y más cuando su hermana le pida que se encargue de su sobrina Alice para trabajar en una ciudad lejana, pero deberá poner todo su empeño, con la ayuda de las demás monjas y alumnas, para evitar que acaben con su vida tal y como la conoce, y su amor por la música puede ser su mejor arma.
Drama de mujeres que se enfrentan a los nuevos cambios, viendo como una institución de tradición que ha centrado sus vidas sufre una transformación que altera sus existencias en todos los sentidos, La pasión de Augustine toma la excusa de la música, elemento que presenta con gran delicadeza y unas impecables interpretaciones (desde los clásicos a versiones más modernas), para contarnos una historia sobre decisiones y sentimientos encontrados.
Iniciada en un inclemente invierno que poco a poco, a medida tabién prosperen esos cambios (algunos tan visibles como el cambio de hábito), irá dando paso a la primavera la película goza de una cuidada estética en la que el paisaje juega un importante papel, dando lugar a hermosas imágnes, algunas con un toque surrealista (las monjas patinando) y en la que se desarrolla una trama que pasará de lo coral a lo individual y en la que, a pesar de en numerosos momentos parece querer arrastrarnos por terenos conocidos como el de la autosuperación (es una escuela que no solo enseña música, sino que desde el primer momento se nos indica que se presenta a concursos) o la típica historia de convento o colegio (o en este caso ambas cosas) que se salva gracias a algún particular talento de sus integrantes, sabe sacarnos continuamente de los mismos para introducirnos en un relato sobre como afrontar la propia existencia planteándose que es lo verdaderamente importante para uno mismo, y lo hace con unos personajes que la película nunca pierde de vista que además de religiosas (por mucho que haya alguna que se adapte rápidamente al tópico de auténtico hueso) son mujeres, y en cuyas vidas hay mucho más parte del rezo.
Con un elenco de actiices, tanto jóvenes como veteranas que está en su auténtica salsa como personajes de muy distinta edad e intereses pero conduciendo todos al mismo objetivo la cinta sabe atrapar el interés de un espectador que se percata de que, en medio de múltiples convencionalismos, también hay numerosos elementos que nos arrastran lejos de ellos, así como se deja arrastrar por la empatía incluso hacia personajes que inicialmente nos pueden resultar más ajenos (para lo que a veces incluso prescinde de las palabras como en la escena de la noticia sobre la madre) con una historia que va sobre la música pero que sobre todo va sobre la vida.
Interesante debate sobre el valor de las prioridades La pasión de Augustine llega a las salas españolas el 2 de diciembre.

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