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lunes, 3 de octubre de 2016

DOLCE MANGIARE TUTTO

Hay algo fascinante en Italia que, no sabemos como, sabe atrapar al viistante que se aproxima a ella en cualquera de sus dimensiones. Algo que como si de la terrorífica maldición de Ringu se tratase puede transmitirse también a través de la pantalla y ello se ha hecho palpable en un buen númeor de cintas de producción italiana o no que ya se han convertido en clásicos. De ello es buen testimonio una película que llega ahora y que parte del campo gastrnómico...hoy hablamos de Viaje a Italia.
 El peiódico he observer encarga a Rob Brydon y Steve Coogan, dos conocidos actores, que escriban una serie de artículos sobre seis restaurantes en distintos puntos de Italia. Siguiendo en un comienzo los pasos de los poetas Byron y Shelley, también extranjeros en tierras italianas ambos descubrirán curiosos y heermosos lugares mientras disfrutan de Italia, fantasean con El Padrino y se replantean sus respectivas relaciones familiares a pesar de la distancia.Comedia con cierto punto de partida de falso documental, si bien ni su estilo remite a este genero ni existe ningún nexo real aparte de que los actores se interpreten a sí mismos, la película recorre unas tierras italianas de auténtica postal con la excusa de saborear sus especialidades gastronómicas, algo que rápidamente queda en un segundo plano para centrarse en unos protagonistas que saben hacer del mundo real su particular escenario.
Si bien en la película, fragmentada mediante insertos de los nombres de los días de la semana que se corresponden con los restaurantes a visitar, no faltan ni las escenas de elaboración ni de degustación de las viandas (todos de alta cocina...aquí se huye de la pizza al taglio. el panino de porchetta y otras esquisiteces más mundanas) la cinta es en realidad una stand up (bueno, más bien sit) comedy al servicio de dos protagonistas que están en su salsa disfrutando y hablando de cosas tan dispares como la poesía inglesa, la saga de El Padrino o los tics y pronunciaciones de distintos actores, todos ellos salpimentados por unas imitaciones bastante afortunadas de acotores como Al Pacino o Hugh Grant (de antología el diálogo dedicado a los actores del último Batman de Nolan...la única lástima que esta descacharrante escena tenga comienzo casi al principio y no al final de la película, haciendo que el resto casi se nos antoje soso por comparación) haciendo del conjunto de la cinta un auténtico canto al dolce far niente.
Sí nos encontramos ante una cinta intranscendente, una cinta en la que apenas sí pasa nada y en la que los conflictos tanto personales como sentimentales quedan reducidos a la mínima expresión (la relación extramatrimonial, el hastío del hijo adolescente...) incluso podrámos decir ante una película que solamente funciona si conectamos aunque sea minimamente con sus protagonistas (que en alguna ocasión incluso intentan pasarse de graciosos como en la visita a Pompeya) pero también ante una película que constituye una defesa del deleite por las pequeñas cosas, por una buena comida, una hermosa vista, un poema sentido o una escena de una película que nos hace soñar (el fantssma de La dolce vita y Vacaciones en Roma asoma varias veces su cabecita...), una de esas que casi nos hace sentir envidia de sus protagonistas (y pillar el primer avión que salga para allí) y que nos hace soñar aunque solo sea un poco.
Ritmo pausado y divertidos diálogos en una película que en realidad no trata sobre nada...y que trata sobre todo, en la que se asoma la cultura y el buen cine pero que deja la mayor parte de su espacio al buen humor....y que en el fondo solo tiene una cosa en la cabeza: frente al disfrute de la comida unido a la muerte de La gran comilona el disfrute de la comida unido a la alegría de vivir..

Una carta de amor a un país que casi se antoja un estado del espíritu Viaje a Italia llega a las pantallas el 7 de octubre

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