Con lo que se habla de Murakami y más cuando se dan ( bueno este año más bien deberían haberse dado) los premios Nobel y las pocas adaptaciones de su obra al cine que hay. Sin embargo justo el mes que nos llega en castellano su última novela, La muerte del comendador, nos llega Burning.
Burning es una película poblada de fantasmas, casi podríamos decir de espejismos: de la madre ausente, del padre violento, de mentiras que pueden tornarse de repente en verdad, de la persona que, de haber tomado nosotros o nuestra familia, podríamos haber sido.
Una película en la que parecen tener tanto peso las presencias como las ausencias, en un juego que en ocasiones nos resulta casi más literario que cinematográfico. Un coqueteo continuo con el universo de la literatura al que esta cinta no sabe renunciar ni en forma, ni en referencias, con menciones a Faulkner o Gatsby.
No se puede negar que asistimos ante una trama más compleja de lo que parece presagiar su arranque con una historia en la que, merced a ese tan comentado y denostado ritmo lento del cine oriental (hablamos de casi dos horas y media de película), al espectador le puede costar entrar, con numerosas escenas rutinarias, carentes incluso de diálogos y unos personajes que en un principio no parecen sino el típico triángulo amoroso en el que siempre parece hay uno que, por mucho que se esfuerce, parece tener más que perder que el resto.
Pero Burning, permítanme el juego de palabras, es un film que necesita calentarse. Una película en la que cada elemento tiene su importancia, mayor o menor, y su destino, sin dejar cabos sueltos, de la trama del padre a la de esa ternera casi abandonada en la granja del protagonista, aunque su final nos deje con ganas de saber que puede pasar a continuación. Su ligera, pero irónicamente más pesada, primera parte deja paso a un thriller en toda regla, con numerosas preguntas que buscan respuesta e imágenes bellas e inquietantes como la del baile al atardecer o la del invernadero ardiendo.
Como pasa con cintas recientes tan recomendables como A ghost story esta historia de narradores, desde el que intenta ser escritor a la fabula sus propias historias, exige paciencia, pero en su tramo final la recompensa de sobra, demostrando una vez más como el no tan habitual por estos lares cine coreano sabe contar historias tan originales como sorprendentes, muchas veces dejando una sensación irregular, pero en el fondo un buen sabor de boca.
Burning llega a los cines españoles el 19 de octubre
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