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jueves, 19 de octubre de 2017

NO NECESITAMOS A DEAN

Una sola palabra. Una palabra desmesurada: Handia (gigante), pero que poco define para abarcar esta cinta en torno a la historia real del llamado gigante de Altzo, Mikel Jokin Eleizegi, un hombre que llegó a medir casi dos metros y medio y que vivió en la primera mitad del siglo XIX.
Desde el primer momento la cinta nos arrastra a un terreno cercano al de la fábula más fantástica. En realidad no hay elementos mágicos. El increíble tamaño de su protagonista es producto de una enfermedad y ni él ni los otros "gigantes" con los que llega a encontrarse son seres sobrenaturales, pero su tono desde su arranque con un llamativo macguffin (la desaparición de los huesos de su propia tumba) a un desenlace que por esperado no resulta menos comovedor, en forma de cuatro capítulos cuajados de presiosistas imágenes, hace enfrentarse al espectador a un delicioso cuento para adultos lleno de luces pero también de sombras.
 Su maravillosa dirección artística, que sabe arrastrarnos del campo más marginal a los salones de París, y unos eficaces efectos especiales, consiguen rápidamente introducirnos en el drama de dos seres quebrados (Joaquín por su gigantismo, Martín por un brazo inmovilizado que hace que le rechacen en cualquier empleo) que ven en la farándula su particular tabla de salvación, moviéndonos en un terrreno que linda con cintas como El hombre elefante o Freaks, pero que también se permite coquetear con el esoterismo ( la visita a Inglaterra) e incluso la comedia (la visita a la reina...aunque el desenlace de este episodio dista mucho de lo cómico). Pero ante todo esta es una historia de personajes, que parece arrancar del drama más convencional (con guerra y todo) para introducirnos, al igual que lo hace ese Martín ausente de su hogar durante más de tres años, en el asombro más absoluto, al conocer la situación de un hermano al que abandonó siendo normal y al que vuelve a reencontrar convertido casi en un monstruo de la naturaleza, para una vez superada la sorpresa contarnos una historia de hermanos inadaptados que se enfrentan a un mundo en el que hasta familiares y conocidos parecen verles como seres extraños (la petición de Joaquín de que le miren a la cara cuando le hablan) y del que solo su en ocasiones tormentosa relación puede salvarlos.
Handia es una película hermosa, con imágenes que no vacila en mostrarnos la naturaleza más impresionante (esa en la que hasta el propio gigante se revela pequeño), con escenas tan memorables como aquella en la que Martín ve a Joaquín levantarse por la noche para alimentarse...y en la que este casi parece transmutarse en una criatura mítica, una cinta que no por su alma descuida su forma. Un film con aroma fantástico sin serlo, un drama propio del realismo mágico, una historia que, por atípica, no deja de mostrar la cara más humana e inhumana de aquellos que en ocasiones solo ven la diferencia.
Con una sensibilidad tan grande como su título Handia llega a las pantallas españolas el 20 de octubre.

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