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viernes, 19 de agosto de 2016

BENDITA LINTERNA

Inquietntes garras, afilados machetes, máscaras de quita y pon...hay muchos complementos disponibles para la moda psicopática primavera-verano, pero si hay uno que es puro fondo de armario ese es...la oscuridad. Desde el legandario Nosferatu que fuera de ella quedaba reducido a un mero puñado de cenizas la oscuridad es un elemento inseparable del monstruo, el asesino y por supuesto del monstruo asesino, y es una tradición nada dispuesta a desvanecerse, y si no que se lo digan a los personajes de Nunca apagues la luz.
 Tras perder a su padre en misteriosas circustancias el pequeño Martin no puede dormir. Alertada por el colegio su hermana Rebecca, que dejó la casa materna hace años, acude a encargarse de él pero su madre, que parece sufrir problemas psiquiátricos, no está dispuesta a separarse del niño. La asistente social pide a Rebecca que se replantee si realmente quiere ser su tutora legal pero hay un matiz que parece convencerla para intentarlo: Martin dice que su madre se pasa toda la noche hablando con una mujer, Diana, a la que sin embargo nunca ha visto, lo que hace a Rebecca recordar los extraños sucesos que tuvieron lugar cuando su padre biológico desapareció hace años, y que pueden ser consecuencia de un oscuro episodio de la juventud de su madre.
Cuento de terror con villano sobrenatural Nunca apagues la luz, uno de esos títulos con imperativo por decreto (Nunca vayas al bosque sola...) nos vuelve a llevar al terreno de cintas terroríficas en la que la luz (o más bien la ausencia de ella) juegan un papel clave como Los otros, En la oscuridad o alguna escena  de El silencio de los corderos o la muy recomendable Shutter.
Basada en el corto homónimo (al menos en inglés: Lights out) del mismo director la película tiene un atrayente arranque, que casi podríamos considerar un corto en sí mismo, que nos presenta a la, por el momento carente de nombre, villana de la función, Diana, y que consigue encender la curiosidad de un espectador que se encuentra un nuevo ser de pesadilla solo visible como sombra en la oscuridad sobre total, un acierto que va a marcar el ritmo de estos primeros minutos y que por supuesto le va a dejar con ganas de más (no haré referencia a las similitudes, involuntarias por supuesto, a cierto spot de lotería de las pasadas navidades...mejor ni pensarlo cuando uno acude al cine a pasar miedo y no risa).
Sin embargo tan potente arranque tendrá una (lógica en el fondo) continuación en forma de trama misteriosa con niño insomne más maduro que la mayoría de los adultos de la cinta, madre desequilibrada y hermana que, sin las características ideales para convertirse en la madre de película que el servicio social y Hollywood esperan (vive encima de un negocio de tatuajes, los novios le duran poco aunque actualmente cuanta con uno dispuesto a convertirse en su escudero en esta bizarra cruzada y ¡oh! pásmense, viste en tonos oscuros y tiene pósters de grupos de metal y calaveras...¿alguien ha dicho Mamá?) se ve forzada (eso sí durante un breve lapso,no se resiste mucho) a tomar cartas en el asunto, conduciéndonos a terrenos que seguramente a muchos ya nos suenan...y bastante.
Nunca apagues la luz es una película rica en clichés, de sus personajes a su ambientación (mansión enorme con, por supuesto, gran sótano para el gran desenlace) que no logra la creación de atmósfera y buen ritmo presentados en sus primeros minutos. Sí, logra deleitarnos con alguna escena francamente inquietante (el despertar por el sonido de arañzos a los pies de la cama) y algún hallazgo que no explota lo suficiente (la presencia debajo de la cama, el experimenteo fallido) pero también nos sirve algún puñado de incoherncias (en especial las relativas a la vinculación entre Diana y la madre de los chicos y como la primera puede manifestarse en lugares ajenos a la casa...sobre todo a la luz del desenlace) y alguna escena que pretendiendo ser terrofíca mueve más a la carcajada que al susto (el uso del móvil...o el llavero del coche).
Una cinta para amantes del terror sobrenatural, que encontrarán en ella a toda una nueva presencia que puede dar mucho de sí en caso de volver en forma de secuela, pero cuya historia es explotada de un modo más convencional de lo que podemos pensar en su arranque, dejando eso sí, un puñado de irregulares sustos por el camino que tal vez ganarían con una pizquita de ambigüedad.
Terror con sensación perenne de déjà vu Nunca apagues la luz llega hoy a los cines.

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