Hay cosas como los boomerangs, los vecinos pesados que se van de vacaciones o las ganas de hacer una completa locura que siempre vuelven, Y por supuesto, con mayor o menor fortuna, nuestros queridos iconos del cine de terror pertenecen a este grupo, mutando su rostro e incluso su género (y si no que se lo digan a la maravillosa El jovencito Frankenstein). La última llega protagonizada por dos actores que nos resultan más familiares en sus roles de Harry Potter o Profesor X, un plus de esos que no pueden más que aumentar nuestra atención y su nombre Víctor Frankenstein (¿pero no era Fronkonstin').
En un circo londinense trabaja como payaso un jorobado sin nombre, un estudioso de la medicina que no ha conocido otra vida que la de bufón, a pesar de sus conocimientos. Un día la trapecista, por la que siente un amor platónico, cae al suelo desde gran altura, y milagrosamente consigue que vuelva a respirar, atrayendo la atención de un espectador muy concreto: el estudiante de medicina Víctor Frankenstein. Con su ayuda escapará del circo, con la condición de ayudarle en unos experimentos que, según él, probarán que la muerte es algo transitorio. Pero antes de comenzar esta cruzada qeu pondrá a prueba todo lo que ha creído hasta ahora Frankenstein logrará librare de su joroba y, para no levatar sospechas, le pedirá que use el nombre de su compañero de residencia: Igor.
Con la originalidad de que el narrador de esta historia ya clásica es el Igor, el clásico y leal ayudante del doctor, aquí transmutado en un joven de apariencia normal (de su peinado y ojeras mejor hablamos otro día) con unos conocimientos que igualan a los del creador de la criatura (aquí no se limita a darle a la palanquita, robar cadáveres y decir gangosamente "sí, amo") la cinta aborda el mito del moderno Prometeo regresando a un Londres victoriano cuyos mejores referentes sean probablemente las dos entregas del Sherlock Holmes protagonizado por Roberrt Downey Jr.
Con un comienzo vibrante con un puntito de cuento de hadas, en el que perfectamente Igor adoptaría el rol de Cenicienta y Frankenstein el de su particular y un poquito sádica hada madrina (no me tiren de a lengua respecto al método empleado para eliminar una joroba que según él es una especie de quiste...puedo garantizar por experiencia propia que algo así, en esa zona, pero infinitamente más pequeño duele como un auténtico demonio y para su eliminación requiere de un proceso tan largo como tedioso), la película exhibe desde su arranque una cuidada dirección artística y vestuario que son, a pesar de alguna incoherencia, lo mejor de la película, sabiendo mostrar gran variedad en su descripción de ambientes (de los esplendorosos salones a la tenebrosa facultad) y contribuyendo a que nos introduzcamos más fácilmente en una trama que ya desde su comienzo demuestra lo lejana que está de su original (con un monstruo definitivo que aparecerá solo al final, y siempre relegado en protagonismo por Igor y Víctor).
Con un guión que aporta alguna gran idea (el inspector de fuertes convicciones religiosas que investigará sin descanso los estudios de Víctor, el pape del mecenas...) que sin embargo no llega a desarrollar tan efizcemente como podría haberlo hecho) pero que en ocasionesda agún tropiezo (el interés romántico de Igor...) que se acentúa con alguna más que cuestionable opción estética (esos apartes con la foto y el nombre con letras grandes de Víctor Frankenstein casi al principio y al final y que nos sacan completamente de la película) la película es en el fondo un divertimente distendido que entretiene a los que acuden a él sin excesivas expectativas y con curiosidad de ver a sus protagonistas en estos roles clásicos, no tanto a aquellos que realemete quieran disfrutar de una tenebrosa fantasí gótica.
Víctor Frankenstein es una atípica versión de una historia que ya conocemos, pero más por la caracterización de sus personajes (un alocado y casi grosero doctor frente al moderado Igor) que por hechos puntuales, y nos deja una sensación ligera de originalidad, si bien probablemente nunca estará en las listas de grandes adaptaciones de la criatura de Shelley,
Regreso a un mito que ancla más en el siglo XXI que en el suyo propio, una fábula fantástica para disfrutar con más cachondeo que pretensiones
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