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lunes, 18 de abril de 2016

BOTÁNICA DIVINA

El cine siempre ha sido y. esperamos, siempte será una fábrica de sueños, pero también es, mal que le pese, una fábrica de mensajes. No se trata de la relevancia que ha adquirido en muchas ocasiones como espejo político, dando lugar en malas manos a frutos tan hermosos como aterradores, ni a esa tan cacareada plaga de mensajes subliminales que pueden colarse entre fotogramas tal como demostraban los protagonistas de la muy recomendable El club de la lucha. Muchas veces puede ser un mensaje bello y esperanzador...pero mensaje al fin de cuentas y a cada uno le corresponde con toda libertad como interpretarlo. Es el caso de Los milagros del cielo. 
 La familia Beam, compuesta por un matrimonio y sus tres hijas, viven felizmente en su pequeña granja de Texas. Alegres, un poco soñadores y profundamente cristianos todo su mundo parece romperse cuando la hija mediana, Anna, contrae una extraña enfermedad del sistema digestivo que la obliga a comer a través de una sonda y tomar una desorbitada cantidad de medidamentos que no consiguen aliviar un dolor que no remite. Desesperada, y mientras se agotan sus recursos y su propia fe poco a poco, la madre decide llevarla al Hospital infantil de Boston, en el que trabaja uno de los mejores especialistas del mundo...será el comienzo de toda una odisea en el que conocerán lo mejor y lo peor que puede dar el ser humano.
Basada en hechos reales la película nos cuenta la dramática historia de los Beam, una familia corriente que se enfrentó a la terrible noticia de la incurable enfermedad de su hija Anna (de hecho la película se cierra con imágenes de los verdaderos protagonistas) con tesón y entrega, pero también planteándose sus propios valores.
Partiendo desde un primer momento de sus creencias religiosas, de modo que la película arranca la misma mañana de Domingo antes de marchar a la iglesia (tan moderna que hasta tiene grupo de rock cristiano en vez de ancianita con órgano), mostrando tanto sus sólidos lazos familiares como la importancia que tiene su fe dentro de estos (es más ellos y sus vecinos forman una auténtica comunidad tanto en el templo como fuera de él), la película establece todo un debate en torno a la fuerza de la propia espiritualidad ante el amargo trance de la enfermedad de un ser querido, con tintes que van entre lo edulcorado (la decisión de no comer pizza de queso al creer en un primer momento que se trata de una alergia a la lactosa) y lo amrgo (las vecinas que sugieren que la enfermedad puede ser fruto de los pecados de los padres de Anna o incluso de la propia enferma), aunque en ocasiones lo deja de lado para revelarnos simplemente algunas facetas de la bondad humana.
Y es que, a pesar de la horrible enfermedad que presena la cinta (sin ocultar momentos tan impresionantes como la introducción y estracción de la sonda...de esos que le duelen hasta al espectador) la película adopta en la mayoría de su metraje un tinte de fábula a lo que sin duda contribuyen la elección de una luminosa fotografía casi en todo momento (las impresionantes imágenes del acuario) así como una seire de personajes secundarios que parecen casi sacados de un cuento de hadas (la camarera Ángela, encarnada por una Queen Latifah en un papel del estilo al que poco a poco nos ha acostumbrado, o en muchos momentos el mismo doctor Nurko) y que tinen su culmen en el deus ex machina (y nunca mejor dicho...no desvelaremos en qué consiste exactamente pero tampoco creo que tampoco sea una gran sorpresa) que cierra la película.
Tremendamente emotiva, incluso podríamos decir en exceso (si son de los de lágrima fácil en el cine mejor llevarse la sábana...no vale ir llorado de casa) la película tiene su mejor baza en sus actrices, especialmente las infantiles, tanto protagonistas como secundarias (maravillosa la pequeña intérrete de la compañera de habitación de Anna, víctima de un cáncer terminal), que saben dotar de realismo a un guión que en ocasiones no lo es tanto (hasta generando incredulidad a la que en el fondo es una historia real) y que da como fruto una historia tan llena de amargor como de esperanza.
Dramón de los gordos, independientemente de un marcado carácter religioso que abre y cierra la cinta, Los milagros del cielo se estrena el 22 de abril.

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