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jueves, 30 de abril de 2015

CONTANDO LOS SEGUNDOS

Liam Neeson tiene un problema serio. O puede quz sea el mayor acierto de su vida. Tal vez el asunto comenzó con la entretenidísima Venganza (título bastante más explícito en castellano que su original, Taken, que impidió que su tercera entrega fuera coronada con el subtítulo "la venganaza") o quizás años antes con Rob Roy. La pasión de un rebelde en la que también la liaba parda. Podríamos llamarlo encasillamiento, podríamos llamarlo síndrome Jessica Fletcher (consistente en que si ves entrar a este personaje por la puerta sabes que al menos alguien de la habitación no saldrá vivo, aunque en el caso de la dulce ancianita detective sea más por un problema de gafe galopante), pero la cuestión es que Neeson se ha ganado con creces una reputación de duro vengador que casi nos hace olvidar maravillosos papeles dramáticos como el de La lista de Schindler, aunque no por mucho tiempo. Y la última muestra no ha hecho más que confirmarlo de la mano de un director del que comienza a ser actor fetiche...hoy hablamos de Una noche para sobrevivir.
Un hombre herido de muerte reflexiona sobre su existencia. La acción retrocede menos de un día para contarnos que ha conducido a esta situación. Jimmy, un mercenario de la mafia alcohólico vive atormentado por sus recuerdos y la única persona a la que puede llamar amigo es su propio jefe. Su hijo, un honrado chófer de limusina y padre de familia con el que no se habla hace años es testigo accidentalemnte de un ajuste de cuentas de la mafia y pronto identificado. Cuando Jimmy
 es enviado a eliminar al incómodo testigo sus sentimientos prevalecen y asesina al hombre que apunta a la cabeza de su propio hijo, que no es otro que el hijo de su único amigo, convirtiendo la noche en una mortal huída de ambos de unas hordas mafiosas que buscan la venganza más sangrienta.
Una noche para sobrevivir es una eficaz cinta de acción que no escatima en aportar a la historiauna fuerte carga dramática, con una historia que sabe enganchar al espectador y escenas impactantemente rodadas, y que se combinan con buen ritmo.
Encontramos así una trama que nos es tan familiar como una vertiginosa fuga contrarreloj (desde el título, en el original "corre toda la noche" y por supuesto con ese comienzo que es una cuenta atrás en toda regla), en la que no se escatiman tiros ni persecuciones en escenarios que por ser conocidos no dejan de ser eficaces, como el metro o un agobiante conjunto de bloques de apartamentos, convertidos en auténticas ratoneras que increíblemente acaban teniendo salida, pero que generan grandes cotas de tensión gracias a  personajes tan logrados como el mercenario que va a la caza de padre e hijo (casi un Terninator que parece imposible de detener) o el jefe mafioso encarnado por Harris cuyo deseo de venganza casi puede respirarse, o escenas tan intensas como la incursión en el apartamento del cuñado del hijo de Neeson, en el que sabe hacer acertada referencia a otra escena del comienzo de la película gracias a unas niñas (por mucho que se obstinase Hitchcock...Collet.Serra dió muestras de sobra de su pericia en este campo en La huérfana) muy bien dirigidas.
Pero también una historia que tampoco nos es ajena como es el auténtico trasfondo de esta cinta, con dos padres, dos magníficos Liam Neeson y Ed Harris, que viven una extraña relación con sus hijos. El primero porque al ser un padre ausente durante casi toda la infancia y juventud de su hijo se ha ganado que este ni quiera hablarle ni dejarle relacionarse con la familia que ha formado, su mujer y sus nietas. El segundo porque su hijo ha seguido un camino que no le agrada, metiéndose en asuntos turbios de los que ya se niega a sacarle las castañas, y para colmo en campos como la droga (en una debacle parecida a la que experimentaba algún personaje de El padrino: mafioso sí, asesino sí, narcotraficante no). Pero a pesar de ello estos personajes sacarán su instinto más familiar cuando los caminos de sus respectivos vástagos ss crucen, en su vertiente más sanguinaria, e incluso injustificadamente ( el personaje de Ed Harris quiere vengarse en la cabeza del de Neeson, a pesar de que el que realmente lo ha matado es el propio Neeson).
Así el poso que nos queda es el de una historia humana pero melancólica (algo que siempre parece irremediablemente unido a las cintas en las que los personajes prinicipales con gágnsters irlandeses), de dos amigos que pasan de la amistad al odio más profundo por azares de la dura vida que les ha tocado vivir (emocionantes son sus connversaciones sobre su pasado antes de que se desencadene la tragedia) y que se ven abocados a un destino trágico. Y es una historia que sabe funcionar entre explosiones, chascarrillos y otras perlas del cine de acción más vertiginoso, algo que todavía se agradece.
Acción y emoción, un cóctel explosivo elaborado con buen tino que puede satisfacer a los fans de ambos géneros.

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