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viernes, 20 de marzo de 2015

ADICCIONES ABURRIDAS

Sexo, drogas, sectas, combustibles fósiles, poder y un buen chorro de sangre vaticinada desde su propio título nos han acompañado en parte de la filmografía de Paul Thomas Anderson, uno de esos autores que ya desde sus albores con Boogie nights (que ojo, no es su primera película) ha sabido hipnotizarnos con su obra sin amilanarse ante unos temas que en inicio podrían resultar bastante sórdidos, y que supo afrontar con originalidad y buenas historias. Por ello no se antojaba tan extraña la sinopsis de su última película basada en un libro de sugerente título de otro Thomas, Pynchon, el escritor que en los Simpson aparece con una bolsa de papel con una interrogación escrita cubriéndole la cabeza,...hoy hablamos de Puro Vicio.
Inspirada en Vicio propio, novela que ya pueden adquirir en su librería habitual con una faja, al menos en su edición de bolsillo, que hace referencia a este hecho, la cinta cuenta la historia del investigador privado "Doc" Sportello, un investigador privado consumidor habitual de porros (literal) que, tras recibir la visita de su ex, empieza a trabajar en la desaparición del amante de ésta, un extravagante y adinerado promotor inmobiliario cuya mujer, que también tiene un amante desea quitar también de en medio, con o sin la colaboración de la amante de su marido, lo que sumergirá a Doc en una variopinta y siniestra trama poblada de bizarros personajes.
Con un comienzo deudor del cine negro más clásico, diálogos ricos en metáforas y sutiles juegos, todo acompañado de uno de esos recursos propios de su vertiente más clásica como es un narrador subjetivo de femenina y sensual voz, así como un vestuario (nominado al Oscar), dirección artística y cuidada fotografía que casi nos dan la sensación de encontrarnos ante una película filmada en el mismo período en que se ambienta (comienzos de los 70) todo parecen buenas señales para una película con uno de esos comienzos que atrapan al espectador con chica guapa, protagonista simpático pero con un aura de perdedor maldito y trama llena de interrogantes.
Pero pronto comprobamos que todo esto es solamente una hermosa aura que envuelve la cinta del mismo modo que las emanaciones de los cigarrillos que tanto le gustan al protagonista...el recurso del narrador, repleto de referencias astrológicas pronto se revela pesado, los diálogos burdos, los personajes comienzan a tornarse comparsas vacías a las que no les cuesta caer en el chiste fácil y el hilo de la historia de misterio se deshilacha y llena de vacíos, generando un film inconexo y fatuo, algo que duele más teniendo en cuenta su género, suponiendo que su eje argumental ya no una excusa para profundizar en unos personajes más vacíos de lo que podríamos presuponer en un comienzo, sino que se revela como un endeleble pegamento que nos arrastra a vivir, de la mano de Doc (no es una película coral, a pesar de el gran número de personajes), toda una serie de situaciones entre lo dramático y lo cómico, o lo ridículo o lo lamentable, en las que parece que el único objetivo es mostrar personajes a cada cual más bizarro, desde los motoristas arios a ese misterioso grupo "Colmillo dorado", pasando por mujeres que quieren ser castigadas (la escenita del sofá...con un realista sonido muy inquietante), centros de rehabilitación en los que todos visten albornoz (y con la capucha puesta...a ratos parece el primer Assassin's Creed pero en cutre), coloridos burdeles con aspecto de negocio de coches usados, mafiosos sobreprotectores con sus bellas hijas o adictos a drogas duras con terribles problemas dentales.
Todo ello en una película de tono confuso que deja muchas incógnitas en el tintero ( y no en el buen sentido), con una atmósfera irreal que nos hace incluso dudar de nuestraa percepción de los personajes (el caso más claro el personaje de "Bigfoot" con una extraña salida de escena y una esposa a la que no podemos ver el rostro como si de uno de esos adultos de los dibujos animados clásicos se tratase, casi podemos creer es posible solo exista en la cabeza de Doc) y nos puede hacer pensar que todo puede ser una metáfora del estado mental del protagonista, un Joaquín Phoenix que ha sabido darnos lo mejor de sí mismo en películas como Her, en su vertiente más histriónica dominado por una droga que le convierte en héroe de sus sueños más extraños, y que parece totalmente perdido en un megalómano universo tan extraño que lo devora y vomita,

Para superfans de Phoenix y completistas de Paul Thomas Anderson, aunque es posible que más de uno se borre de su club de fans...al menos hasta la próxima película.

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