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miércoles, 1 de agosto de 2018

EL CONDUCTOR SOLITARIO

Para un país que nunca ha tenido una monarquía propia resultan increíble el papel de los Kennedy, un auténtica familia de príncipes y princesas sin corona que todavía consiguen atraer el interés de propios y extraños. Y como toda buena "monarquía" el cine no ha sido ajeno a ella, con cintas como JFK, 13 días o Bobby, y en la pequeña pantalla series como Los Kennedy.
Aunque la figura de John Fitzgerald Kennedy parece haberlos eclipsado a todos esta dinastía maldita, como si de los Átridas se tratase, tiene todavía mucho material para explotar, y aquí aparece el hermando menor del mismo, Edward Moore "Ted" Kennedy, y el episodio más controvertido de su biografía: el llamado incidente Chappaquiddick (nombre del lugar en que tuvo lugar), que da nombre a la película pero que aquí nos llega como El escándalo Ted Kennedy.
Para aquellos que no conozcan (conocíamos) el hecho real que la inspira un título como El escándalo Ted Kennedy nos puede hacer pensar a priori en sórdidos escarceos de cama, addiciones varias e incluso turbios tejemanejes políticos. Nada más lejos de la verdad. Como queda más que claro desde el inicio de la cinta el germen fue un desgraciado accidente debido a la imprudencia del conductor, el propio Ted Kennedy, que causaría la muerte de una antigua secretaria de su hermano que le acompañaba en el asiento del copiloto.
Sin embargo los intentos de encubrir este hecho (barajando posibilidades como hacer creer que la que realmente conducía era ella y otros atenuantes poco creíbles...y no destripará más) son los que dan forma a este elegante drama con toques de thriller, una auténtica reflexión sobre la función y el valor del poder.
Cinta de personajes, en el ojo del huracán se encuentra el más joven de los Kennedy, un hombre que teniéndolo todo se pregunta cual es su verdadero papel dentro del clan (como él mismo reflesiona sus otros hermanos eran Joe Jr. el mayor y héroe de guerra, Bobby el inteligente, John el carismático y él...bueno su conclusión es demoledora) y al que asaltan continuamente las dudas, aunque en más de una ocasión parece que lo que en realidad lo unico que le importa es su carrera política (a las primeras personas que se encuentra tras el accidente no les dice qué ha pasado o que cree alguien ha muerto, sino un escueto "Ya no seré presidente", y al que consigue encarnar con todos los matices Jason Clarke. Junto a él toda una caterva de secundarios que consiguen meternos en una trama compleja en la que además todo parece complicarse, como un Bruce Dern interpretando al patriarca Joshep que, sin apenas diálogo, se convierte en toda una ominosa presencia, o un Ed Helms lejos de sus papeles cómicos que consigue transmitirnos toda la amargura de un personaje que a pesar de lo que le diga ese Ted que afirma que "la familia es lo más importante" se siente como un fuera de lugar en primera fila.
El escándalo de Ted Kennedy nos regala imágenes poderosas, como la de ese Kennedy recién salido de las aguas más para morir que para renacer, junto a una luna que como veremos podría ser relevante en el desarrollo de la historia, y sabe jugar con el montaje, con momentos tan reveladores como aquel en el que en el baño el protagonista imagina como ha debido ser la agonía de su amiga y que humaniza profundamente al personaje.
Una película para amantes del cine político y la teoría de la conspiración (ojo, sin llegar a los niveles de la célebre JFK) pero también para los de los dramas atípicos, con buenos diálogos (incluso alguna buena puya, como aquella en que las cosas eran más fáciles durante cierta crisis de los misiles...) y unos actores que saben dar la intensidad justa a las reacciones fruto de un accidente que supo sacar lo peor de las ambiciones humanas.

El escándalo Ted Kennedy llega a las pantallas españolas el 21 de septiembre.

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