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miércoles, 3 de abril de 2019

TIOVIVO C. 2019

Hay niños que sueñan con ser superhéroes, astronautas o princesas pero el sueño de June, la protagonista de El parque mágico, es todavía más ambicioso: el de crear todo un parque de atracciones, y no solo con su imaginación. Este es el punto de partida de una cinta que cuenta en su carta de presentación con la presencia en su ficha de doblaje de Silvia Abril (a la que también pudimos oir en Peter Rabbit y Toy story 3) y Andreu Buenafuente (que ya probó suerte en el doblaje de cintas animadas en Donkey Xote) y una canción a cargo de David Bisbal.
En El parque mágico hay mucho del cine infantil más clásico. Muñecos que cobran vida (al menos en la imaginación de su protagonista) como en Toy story, mundos fantásticos que se autodestruyen como en La historia inteminable y un duro encontronazo con la enfermedad como en Up. Quizás esta parte sea la mejor de la película, con un montaje prácticamente carente de diálogos y evocadoras elipsis, pero una vez puesto sobre la mesa el drama de una niña que debe asumir la marcha de su madre, es cuando la película se une a los terrenos del cine más convencional, sumiendo a nuestra protagonista en toda una odisea para salvar el parque mágico de su imaginación.
Escenas que parecen únicamente concebidas para dar mayor brillo a proyecciones en 3D, numerosas persecuciones y una trama que parece centrarse casi totalmente en llevar a sus personajes del punto A al punto B restan peso así a una historia cuyo trasfondo emocional de los personajes parece augurar mucho en los primeros minutos del visionado (esa niña que tras la marcha para su tratamiento de su madre se convierte en sobreprotectora con su padre, a la par que va abandonando desilusionada los juegos que compartía con ella) pero que poco a poco va perdiendo fuerza. Es comprensible la introducción de elementos que enganchen a los más pequeños como la prueba de la montaña rusa casera con catastróficos resultados pero no tanto así que estos se adueñen casi por completo de la función, restando profundidad a los propios moradores del parque mágico del título (como Boomer el oso narcoléptico o ese demiurgo con forma de chimpancé que, francamente, podría haber dado mucho más juego) y haciendo de ella una película que tiene demasiado claro que su público responde a la característica de infantil (y cuando más pequeños mejor), dejando mucho menos cancha a aquellos adultos que deseen aproximarse a esta película de animación.
Por otro lado nos encontramos ante una cinta bien animada, que sabe hacer buen uso del color y la iluminación hasta niveles deslumbrantes, con un escenario especialmente cuidado, que supera de largo el nivel de diseño de unos personajes que, aunque simpáticos, palidecen ante su propio hábitat. Un bello envoltorio visual en el que se diluye una historia que va perdiendo profundidad a medida avanza. Sin embargo esto no hace de ella una propuesta menos recomendable para los más pequeños de la casa, con una historia con la que es posible más de uno se sienta identificado y un mensaje que defiende ante todo el poder de la imaginación. Pero ello no hace por ello que tengamos menos añoranza de ese cine de animación al que nos malacostumbraron un día que podemos disfrutar igualmente niños y adultos.
El parque mágico llega a los cines españoles el 12 de abril

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