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martes, 9 de abril de 2019

EL CÍRCULO DE LA HUÍDA

Mía y el león blanco es una película llena de buenas intenciones. Un canto de amor a la naturaleza, una apuesta por la defensa de los animales en peligro y un mensaje de lucha hasta el final por los propios principios son las mejores bazas de una película con clarísima vocación de cine infantil.
Odisea africana de una adolescente desarraigada que encuentra su unica ancla en su amistad con Charlie, el león blanco del título, no se puede negar que la película sabe muy bien con que cartas juega: un lroncito que desde el minuto uno es para comérselo, unos entornos de postal y unos personajes cuyas motivaciones son fácilmente comprensibles. Pero también se trata de una película que opta por el salto sin red, e incorpora rápidamente elementos fantásticos a una propuesta en principio verista, dotando a nuestro héroe animal de unas características casi mesiánicas (tiembla Aslan)  y haciendo que los personajes tomen decisiones poco comprensibles de entrada, y más si llevan tanto tiempo lidiando con animales salvajes.
Nos encontramos así ante un argumento de fórmula, pero rodado más que correctamente y con un buena quimica entre actores humanos y animales (ahí está ese suricata robaescenas que da para los momentos más cómicos de la cinta) aunque sin los virtuosismos a los que podría invitar la grandeza del paisaje.
Realismos aparte (ojo lo bien que funciona la cobertura en la sabana africana) Mía y el león blanco es una cinta iniciática clásica, con revelaciones del pasado y toques de drama adolescente. Una película que puede encandilar a los espectadores más jóvenes con el encanto de sus animales y sus conflictos generacionales pero que al cinéfilo que aspira a encontrar algo más puede que le parezca algo más propio de una sesión televisiva de sobremesa.
Mía y el león blanco llega a los cines el 12 de abril.

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