Fábula moralizante con exquisito envoltorio en forma de apabullantes dirección artística y vestuario, elevados a la máxima potencia gracias a su delicada fotografía, está película francesa logra absorbernos hacia una época pasada que consigue transmitirnos una inquietante actualidad. En una época en que las fake news son el pan de cada día y cualquiera puede hacer conocer su opinión en todo el orbe por obra y gracia de internet (entre los culpables me encuentro. Mea culpa) este relato sobre un advenedizo con ínfulas de artista literario que, tras haber sido abandonado por su amante por un posible escándalo, acaba convertido en un popular periodista resulta perturbador. 
De la mano del director Xavier Giannoli, que ya en su muy recomendable "Madame Marguerite" reflexionaba sobre la dimensión del éxito, este fresco del XIX que no deja títere con cabeza entre la prensa y la nobleza consigue regalarnos un relato de ascenso y caída que no resulta extraño en la literatura de la época y que aquí nos presenta con su buena dosis de humor negro y una chispa de melodrama. Con algún diálogo de antología como ese manual para hundir ante la opinión pública incluso aquello que nos ha parecido bueno (y que en mi ignorancia ignoro si bebe directamente de la pluma de Balzac. Intentaré subsanarlo) "Las ilusiones perdidas es una absorbente experiencia para los sentidos y una magnífica excusa para el debate tras dejar la sala de cine. Puede que su inspiración y su duración impongan pero esta historia a la par absorbente y familiar merece una oportunidad que paga con creces.
" Las ilusiones perdidas" llega a las pantallas españolas el 25 de febrero.
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