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martes, 30 de mayo de 2017

EL PRIMER FAROLERO



Richard Gere es un actor que cae bien a las madres. Esta es una aseveración cinematográfica difícilmente discutible, y por supuesto la última cinta protagonizada por el, Norman. El hombre que lo conseguía todo, no es una excepción a la regla.
Gere nos presenta un personaje que se mueve en las antípodas de una de sus encarnaciones más famosas, el rico en dinero pero parco en amores partenaire de Pretty woman, un individuo casi marginal con ribetes de pícaro que, gracias a una moral mayor que el Alcoyano y una gotita de una suerte que le suele resultar esquiva, logra comenzar ascender hacia una cima de contactos cuya cumbre es el Primer Ministro israeli, y que le hará verse envuelto en un conflicto de intereses cuyas cobsecuencias apenas si alcanza a sospechar. Un personaje que sabe resultar simpático, más porque vemos su capacidad de esfuerzo que por su propio carácter, y logra mantener una película con una trama que a veces consique resultarnos esquiva, sumida en la continua creación por parte de nuestro héroe de una red de contactos cuyo objetivo real desconocemos durante gran parte del trabajo.
Norman, película y personaje, camina por terrenos muy escarpados, el de la economía y el de la política, pero increíblemente se queda en cine de personajes, con un cierto aroma a sátira (a lo que contribuye sin duda desde sus primeros compases la propia banda sonora) a pesar de la inocencia que destila su protagonista (la cara al ver el precio de los zapatos...) y un ligero punto de teatro, personajes conectados muchas veces solo a través del teléfono ( y ahí cobra importancia una imaginativa concepción de los planos con una suerte de falsa pantalla partida que coloca en paralelo a personajes a los que quizás apenas hemos visto interactuar juntos un par de veces durante toda la película). Y Norman no llega a mojarse del todo a pesar de los numerosos elementos con los que el guión cuenta para crear una trama quizás más turbia y sangrante que la que presenta, dejándonos sin embargo un drama sobre los sueños alcanazados y los sueños rotos, a lo que contribuye sin duda un desenlace (que aquí no desvelaremos) que casi se nos antoja una maquiavélica caja en la que Gere se situa a modo de gato de Schrödinger.
Una película cuidada en estética aunque que parece vacilar en sus diatribas arguemntales, pero en la que destaca el trabajo de sus actores, de su protagonista a unos secundarios más que familiares como Michael Sheen o un Steve Buscemi al que ultimamente nos ha parecido var más en la pequeña pantalla), y qie si bien consigue mantener el interés del especrtador durante todo su metraje nos deja la duda de como habría podido haber sido en garras de unos cineastas más ácidos.
 Norman. El hombre que lo conseguía todo llega a los cines el 2 de junio

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