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miércoles, 14 de enero de 2015

TODOS PARA UNO...

Cuando, ya hace unos días, ví esta película el mundo era un lugar un poquito más divertido...llegaba una nueva comedia francesa bajo el aura de taquillazo en su país de origen y otros europeos y con el recuerdo del buen sabor de boca que nos habían dejado otras cintas de tinte similara como la todavía reciente Guillaume y los chicos ¡a la mesa!, comedias de guión divertido con destellos de brillantez sobre temas más o menos controveritidos. Sí, una comedia más, esta vez sobre temas tan candentes, de esos que por desgracia nunca pasan de moda como el racismo, el miedo a la diferencia y la hipocresía, pero bajo uno de esos prismas esperanzadores y amables a los que nos tiene acostumbrados el género. Una comedia más. A la luz de los terribles sucesos de los que hoy se cumple una semana la cinta adquiere una dimensión que la sobrepasa, que casi la convierten en un pequeño símbolo de como nos gustarían que acabasen estos conflictos, de manera amable y feliz, en una pequeña llama de esperanza...pero intentaremos no ponernos profundos, el buen humor es patrimonio también de los que han caído...hoy hablamos de Dios mío,  ¿Pero qué te hemos hecho?.
Un punto de partida sencillo: un matrimonio de talante conservador ha visto como sus tres hijas mayores se han ido casando sucesivamente con tres franceses de segunda generación y de origen respectivamente musulmán, judío y chino, tres chicos jóvenes y con buenos trabajos que les han dado ya varios nietos pero cuyos valores y costumbres (como el bris y su desafortunado desenalce para alegría de la mascota) chocan con el estilo de vida de estos afables racistas, que si bien no han expresado nunca con excesivo gestos (lo más acaloradas discusiones de sobremesa) el estupor que les causan las decisiones de sus hijas que en el fondo no llevan nada bien...el remate llegará, como si de un cuento se tratase cuando la hija menor anuncia su boda con un chico dispuesto a casarse, por fin, por la iglesia...pero quizás de un bronceado natural más intenso de lo que los padres de ella esperan, y con un padre de carácter muy similar al de sus futuros suegros. Se trata de una comedia amable, en la que a pesar de la mayor o menor intensidad (impagable cuando el consuegro, siempre vestido de forma occidental opta por una vestimenta "étnica" al ir a conocer a su futura familia política) de sus gags la sangre nunca llega al río (hay un momento que parece que sí por los desafortunados restos de la accidentada pesca de un pez, en un chiste que de haberse alargado un poco más podría haber sido negrísimo...no, esto no va con segundas), como una versión alocada y multiplicada por cuatro del clásico Adivina quien viene esta noche. Encontramos una serie de personajes bien definidos, personajes que se dejan arrastrar por pequeños racismos cotidianos (ante las únicas que parecen poner algo de razón son esposas y suegras), tanto respecto a su suegro como entre ellos (cuando ante la invitación de los padres a la cena de navidad cada uno de los yernos pregunta a su respectiva esposa si los otros estarán ahí con nombres de personajes populares de sus respectivas etnias de origen), si bien parece que aunque todos hubieran sido de la misma religión , raza y creencias políticas siempre habrían encontrado otro motivo, por su fuerte carácter, para tirarse los trastos a la cabeza, pero siempre dejando una puerta abierta a la convivencia más pacífica gracias a elementos tan hermanadores como...el fútbol, como en el momento álgido en que los tres primeros yernos y su suegro cantan la marsellesa, no porque sea el himno nacional, sino porque es lo que canta la selección al bajar al campo (y según ellos para su vergüenza la mayoría de los jugadores ni siquiera se saben la letra). Sí, hay diálogos divertidos, gags clásicos (el seguimiento de los tres yernos de su futuro familiar para conseguir pruebas de que se ve con otra chica que resulta ser...su hermana) y chistes visuales (el cigarrillo electrónico), y si bien nos cuenta de otra manera algo que ya hemos visto un buen número de veces lo hace de una manera divertida y fresca, y nos deja una sonrisa, y adía de hoy, una comprensiva lágrima.
Para pasar un buen rato...y reflexionar una miguita
 

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