A Eggers le gustan los tópicos. Con solo tres películas le ha dado la vuelta a los aquelarres, a la locura generada por la soledad y al drama shakesperiano. Y para la cuarta no le quedaba otra que recurrir a una (reconocida) filia infantil en una de sus vertientes más icónicas: Nosferatu.
Argumentalmente la cinta no aporta nada nuevo: una revisión del mito stokeriano con su vampiro inquietante, su sacrificada dama y una cohorte de personajes que revolotean a su alrededor para someterse o luchar contra la amenaza de un no muerto que abandona su primera residencia en pro de integrarse en la vida de una bulliciosa ciudad pequeña trayendo la muerte con él. Pero es en los matices en los que la historia cambia. Con más capas en la relación Nosferatu-Ellen esta versión se deja arrastrar por un concepto del horror tan efectista como efectivo, sin renunciar a algún susto de manual, pero creando una increíble atmósfera en la que, más que la mera aparición del villano de la función, lo que realmente nos crea desasosiego es la terrible angustia que destila el resto del reparto, con una Lily-Rose Depp a la cabeza que realiza un increíble trabajo físico con su personaje, rozando el body horror y pasando de la fragilidad a la agresividad con increíble fluidez.
Dejando por el camino el aspecto del villano que lleva más de un siglo alojado en el inconsciente colectivo, que conservó la versión de Herzog y la curiosa "La sombra del vampiro" (encarnado por el que en el film que nos ocupa es el sosias de Van Helsing, Willem Defoe) en una opción tan controvertida como comprensible, este " Nosferatu" es una auténtica delicia visual, con su juego con las paletas de color, su uso de recursos herederos de la versión muda (esos juegos de sombra) y una puesta en escena sencillamente exquisita, arropada por unos cuidadísimos vestuario y dirección artística. Tan bella como terrible, de tal modo que casi provoca vértigo, esta es, sin renunciar al clásico de Murnau, una pieza que ningún fan del fantástico o simplemente del buen cine debería perderse, una incorporación de lujo al género vampírico que vuelve al concepto del chupasangre aterrador, inquietante y de aspecto malsano.: el monstruo ha vuelto.
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