No hay dos sin tres. Tras ponerse el mono de Kick-Ass y las zapatillas de Mercurio solo era cuestión de tiempo que Aaron Taylor-Johnson probara suerte con otro personaje comiquero. Y ese no ha sido otro que una de las figuras más conocidas del spiderverso: Kraven, el cazador.
Aun siendo uno de los villanos emblemáticos del trepamuros el Kraven que nos presentan lejos está de ser un villano, en esta línea que se ha ido apoderando del mundo de la ficción superheroica de los últimos años que es la del antihéroe. Sin negar en absoluto que es un film de acción, con unas persecuciones y saltos que nos hacen pensar que nuestro protagonista acude al mismo gimnasio que el hombre araña, desafiando a la gravedad y sobre todo a la lógica, el meollo de la historia aboga más por el conflicto familiar de toda la vida. Bajo la sombra del suicidio de la madre de Kraven tanto él como su hermano, un imitador nato (los amantes de los cómics no se dejarán sorprender ni por esto ni por una de las revelaciones finales) van a enfrentarse a las expectatinas de una figura paterna encarnada por un Russell Crowe que consigue mantener la seriedad y el tipo en un film que en más de una ocasión no brilla por su coherencia.
Kraven el cazador es una cinta con un arranque más que correcto, que parece abrir un producto interesante, mostrando como el protagonista se infiltra en una prisión rusa (también tengo que decir que será mala idea por mi parte pero bajo mi concepto es su versión cinco estrellas) para llevar a cabo una misión. Una pieza de cierto toque jamesbondiano, con su puzquita de chulería, que puede verse de manera independiente y es buena presentación de un personaje que sin embargo parece estar en las antípodas del Kraven de los cómics. Pero lo que vendrá a continuación, flashbacks incluidos, se va a convertir en un batiburrillo de peleas, animales en estampida, matices misteriosos que llevan a poco (esa suerte de vacíos de memoria que ayudan a uno de los personajes a desaparecer) y alguna chispa sentimental enfocadas a mostrarnos como Kravinoff se convierte en el Kraven que todos conocemos y podríamos amar. Sin embargo un conjunto que confunde el frenesí con el ritmo, unos diálogos sin chispa y unos personajes con poco carisma no ayudan a una película a la que le cuesta retener el interés del espectador a pesar de un director y un reparto que parecían dar para mucho más.
Entre unas coreografías y efectos especiales que flaquean el manto de cazador, a pesar del buen sabor de boca que dejaba el cartel original, le queda grande a Taylor- Johnson. Con un desenlace que podría anticipar una continuación interesante que por desgracia parece nunca tendrá lugar Kraven se une a ese universo expandido en el que Morbius o Madame Web tampoco tuvieron excesiva fortuna. ¿Ganarían más si los uniéramos a todos en la misma película? Probablemente sí...por desgracia nunca lo sabremos.
Kraven el cazador llega a las pantallas españolas el 13 de diciembre
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