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lunes, 26 de septiembre de 2022

LA CHICA SALVAJE. Las cosas del pantano

 

Como bien apunta en sus primeras frases " La chica salvaje" un pantano no es lo mismo que una marisma. No soy experta pero no puedo negar que, frente a los tenebrosos escenarios poblados por psicópatas y cocodrilos a los que nos tiene acostumbrados el séptimo arte aquel en el que se desarrolla esta película es la mejor prueba de ello: luminoso, de naturaleza tan salvaje como hermosa, con una cuidada fotografía que le hace justicia. Si hasta la ambientación de "Tiana y el sapo" da más miedo.
Pero síi hay algo oscuro en la trama de "La chica salvaje": su arranque. A finales de los años 50 el hallazgo de un cadáver en lo que parece ser un desafortunado accidente pero sobre cuya muerte hay una serie de dudas razonables será la excusa para contarnos la historia de la chica salvaje (la chica de la marisma en su versión original, aunque la traducción del título tanto de la película como del libro sería algo así como "Donde cantan los cangrejos de río". Se opta por la traducción libérrima), una mujer que abandonada siendo niña se refugió en la casa familiar en medio del pantano y creció hasta convertirse en una auténtica ermitaña de mala fama entre los habitantes de la ciudad vecina pero con un gran amor por el estudio y la observación de la naturaleza. El juicio, aun siendo importante para el desenlace (de esos con sorpresa...y no diré más) no es sin embargo la clave de este film. Esta no es una de esas historias de testigos sorpresa y revelaciones sorprendentes, sino la lucha de una mujer por su independencia en medio de unas interacciones, tanto sociales como amorosas, que no le resultan particularmente fáciles.
"La chica salvaje" goza de muchos de los mecanismos a los que nos ha acostumbrado el cine de sobremesa, como la abundancia de conflictos (aunque algunos se resuelvan tan rápidamente como el relativo al título de propiedad), el carácter clásico de su protagonista (tenaz, independiente y luchadora) o la presencia de unos personajes sin apenas dobleces, o muy buenos o muy malos. Sin embargo el trabajo de sus actores, el partido que saca a sus escenarios (espectacular en su sobriedad la dirección artística en el caso de la casa de la protagonista) y el tacto con el que habla del trabajo de naturalista. Una película que deja una continúa sensación de déjà vù, aun cuando intenta sorprender, pero que consigue mantener el interés del espectador sobre todo si se siente algo de afinidad por su (en ocasiones incoherente) protagonista. Un drama clásico en el fondo, con ecos de esas películas de juicios en el sur profundo pero sin llegar a ese desarme emocional que nos ha provocado más de una y con un toque documental en la belleza de sus imágenes. Pero en su baile entre géneros "La chica salvaje" queda como un híbrido con buenos ingredientes, pero que no llega a dar el do de pecho.



"La chica salvaje" llega a las pantallas españolas el 30 de septiembre.

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