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miércoles, 28 de noviembre de 2018

LA VIGILANTE DE LA MORGUE

A pesar de tener unos inquilinos no muy animados precisamente hay que ver el juego que da en el cine ese microcosmos que es la morgue. Películas como El vigilante nocturno (y su remake La sombra de la noche), El cadáver de Anna Fritz, El cuerpo (y su remake coreano, que por una vez supera y con nota a la original: The vanished) o la reciente La autopsia de Jane Doe son buena prueba de ello. Pero ¿que pasa si añadimos a la ecuación una pizquita de satanismo?. El resultado es Cadáver.

Cadáver, traducción sonora y creativa del original The possession of Hannah Grace, arranca del cine de exorcismos de toda la vida, en pleno rito y con poseído que sale (bastante) rana. Con un detallito original, que al final no da tanto juego como podemos pensar en principio, como es el del color de los ojos de la endemoniada, encontramos una escena conocida con una resolución más propia del final de la cinta y que conduce a la pobre víctima no al cielo ni al infierno, sino a la más terrenal morgue.
Y ahí es donde va a entrar en juego la segunda y principal protagonista, a pesar del título, de nuestra historia: Megan, una expolicía de tortuoso pasado que parece encontrar gracias a su madrina de Alcohólicos Anónimos la solución a sus noches pegada a la botella en el trabajo nocturno en la morgue (aunque visto el resultado a más de uno le conduciría no solo a la bebida sino al consumo de tranquilizantes y de los fuertecitos).
A partir de aquí una primera parte que, de no ser por los primeros minutos de la película, que nos han dejado bien claro a que tipo de fuerzas se enfrentan nuestros personajes, juegan con una relativa ambigüedad que le sienta bien, en unas estancias en la que el detector de luz funciona peor que la de algún baño público y donde siempre hay lugar para el susto tonto. Un comienzo que suma enteros a la cinta con el (ligero) desarrollo de sus protagonistas pero que en breve va a mutar en la típica película con bicho (poseída en esta ocasión) que se dedica a asustar pegando portazos, asesinar indiscriminadamente y pasearse por el techo entre unos ruiditos inquietantes que parecer ser síntoma de algún problema con las articulaciones. Y por supuesto a aparecerse de manera inquietante en los registros de la cámara de seguridad, a los que nuestra heroína (como buena expolicía con recursos y un jefe de seguridad que parece no tener muy claro el asunto ese de la confidencialidad) acude.
No se puede negar que los héroes de Cadáver toman, como buenos personajes de cinta de terror sin pretensiones, un serie de decisiones cuestionables (amén de otros detalles tan sorprendentes como el arma elegida durante el prólogo para acabar con el anticristo de turno...claro que a largo plazo tampoco parece muy eficaz, pero tampoco se puede negar que esta película, con más de un detalle que ya hemos visto en otras piezas del ramo, tiene buen ritmo y una duración que se agradece (apenas sí llega a la hora y media) haciendo de ella una película convencional pero que puede entretener a más de un fan del género (pero que no intente sorprenderse...no lo conseguirá). Una cinta que, especialmente en su última media hora, debe disfrutarse con palomitas y ganas de cachondeo, por mucho drama que arrastren sus protagonistas, como una opción ligerita y por supuesto para completistas.
Cadáver llega a las pantallas españolas el 30 de noviembre. 

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