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martes, 9 de diciembre de 2014

HORROR EN UN ACTO

En Monigotorium nos gustan las cosas sencillas: los monstruos, los psicópatas disfrazados y esos fantasmas de pelo largo que salen del televisor y similar. Pero a veces el espectador más avezado se enfrenta a un terror real, de esos que sacuden la columna vertebral e introducen sus trémulas garras en lo más profundo de su alma. Ninguna película me había perturbado de igual modo desde la magnífica The sacrament, que ya comentamos en su día, pero hay una diferencia muy grande con la que vamos a comentar hoy. The sacrament es ficción inspirada en hechos reales. The act of killing es un documental. Ahí queda eso.
Frente a otros horrores de nuestra historia más reciente mucho más "populares", por llamarlos de algún modo, la cinta nos introduce en las brutales consecuencias del ascenso al poder del golpe militar de 1965 4n Indonesia, que trajo una campaña de exterminio total de un enemigo que el régimen personificó en miles de comunistas ejecutados a sangre fría por los verdugos oficiales y un buen múmero de mafiosos locales (the freemen). Esta valiente película nos lleva a conocer a esos asesinos, muchos orgullosos de su labor (brutal el testimonio del que habla del asesinato como acto natural desde  Caín y Abel) si bien algunos reconocen tienen auténticos problemas para convivir con su propia conciencia, si bien tampoco les resulta muy difícil autoconvencerse de lo acertado de sus antiguos actos, de los que hablan con una naturalidad pasmosa. Sin embargo, si obviamos los horrores que relatan y que nos hielan la sangre poco a poco este documental podría ser uno de tantos, pero este goza de un aspecto que lo convierte en algo muy especial, la filmación simultánea con los propios verdugos, esta vez encarnando a las víctimas (y a los que no cuesta convencer por su particular egocentrismo) de unas minipelículas sobre interrogatorios similares a los que ellos efectuaban en los años sesenta, pero con matices fantásticos e incluso de cine negro (y es que en todo momento estos afables genocidas se revelana grandes amantes del cine...y la parte sobre el cine propagandístico que se proyecta a los niños para adoctrinarlos desde pequeños es una de las partes más inquietantes del metraje), y cuya proyección ellos disfrutan y comentan en diversos momentos de la película, hasta que el divertimento adquiere un cariz similar a la obra dentro de la obra de Hamlet...y alguno de nuestros Claudios descubre algo que no conocía, la empatía, y el verdadero culpable. El resultado no puede ser más descorazonador, y ello lo convierte en un documental dolorosamente necesario.
  Una auténtica bofetada a lo más profundo del ser humano, todos los premios que se lleve (y se ha llevado muchos) son pocos para esta que es ya por derecho propio una de las películas más aterradoras de la década. Y si pueden atrevánse con el director's cut de más de dos horas que es el que tuve el privilegio de visionar. Imprescindible.

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