Es increíble como poco a poco nos hemos ido acostumbrando a esos futuros distópicos en los que un grupo de adolescentes más o menos creciditos acaban destripados para disfrute de una audiencia futurista, algo que en el fondo no deja de ser heredero de esa "Battle royale" basada en la novela homónima estrenada ya hace un cuarto de siglo. Pero antes de libro y película nipones ya Stephen King nos había llevado a un terreno familiar con La larga marcha, en la que el resultado, aún siendo el mismo, no dependía de las habilidades letales de los personajes sino de su resistencia física. Precisamente el director de una de las sagas de referencia de este subgénero, Los juegos del Hambre, Francis Lawrence, se sitúa tras la cámara en esta adaptación que llega en breve a nuestras pantallas.
Distopía de manual, aunque no nos dan muchos datos aparte de que ha habido una gran guerra que ha sumido EE.UU. en la miseria, esta cinta pronto entra en harina. Aunque nos va a pedir contados momentos de suspensión de incredulidad como más de un personaje sin dobleces, su premisa es tan salvaje como sencilla: 50 jóvenes deben caminar hasta que, por agotamiento u otras circunstancias, solo quede uno, y sin parar o frenar el ritmo. Los que incumplan las reglas serán acribillados hasta la muerte pero el que sobreviva verá su futuro asegurado y podrá pedir un deseo. Todo esto no deja de resultar familiar al espectador, pero el que espere encontrar en esta cinta referencias mediáticas, triángulos amorosos, deux ex machinas o flashbacks que nos permitan encariñarnos con los personajes va a sentirse decepcionado. "La larga marcha" es un film sobrio, desnudo, en su concepción y puesta en escena que salvo algún breve episodio, más un sueño que un recuerdo, ni va a apartarnos de esa carretera que se va a convertir en la tumba de muchos ni va a dejarnos saber algo aparte de lo que nos permitan conocer los diálogos. Y aun asi consigue mantener en todo momento el interés, por supuesto sin renunciar a alguna revelación, más de un secreto y el inevitable giro inesperado (que va a separarlo de la historia original) pero sin estridencias más allá de un gore ligero que pierde fuerza tras el impactante primer disparo o una escatología que supongo intenta añadir a su manera realismo a una competición tan demente como es esta que solo conduce a la muerte o a la victoria.
Con más de un aspirante a villano aunque el que se lleve la palma es un Mark Hammill tan deshumanizado que en ningún momento llegamos a ver unos ojos ocultos tras unas lentes reflectantes "La larga marcha" es una cinta que sabe sacar buen partido de su material de origen. Sus contados cambios respecto al libro sientan bien a este espectáculo granguignolesco que nos convierte en auténticos voyeurs que desean tanto mantener como apartar la mirada. Una historia que a pesar de las décadas y puede que más ahora no pierde vigencia e invita al debate, aunque quizás pida un poco de trasfondo. Aún así una buena adaptación de ese mago del horror que en este caso no necesita elementos sobrenaturales para invitarnos al escalofrío: el ser humano basta.


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