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lunes, 2 de septiembre de 2019

PARA QUIÉN DOBLAN LAS CAMPANAS

Ahora que parecía que todo el mundo se había apuntado a eso de "Te quiero 3000" llega una película que defiende que se puede querer hasta el infinito, matemáticamente hablando. Vivir dos veces no es una película romántica al uso aunque historias de amor hay: de infancia, de juventud y de vejez, aunque a veces y aun siendo entre las mismas personas no sean la misma.
Cuando pensamos en el tema del alzheimer en el cine español es fácil acordarse de la inmensa Arrugas, basada en el cómic de Paco Roca, o de ¿Y tú quién eres?, protagonizada por Manuel Alexandre y José Luis López Vázquez. Vivir dos veces se une al dúo con la historia de un viejo cascarrabias, profesor de matemáticas jubilado y poco amigo de las nuevas tecnologías, que se al enfrentarse a la terrible enfermedad que pretende arrebatarle su mente, aquello a lo que ha decicado toda su existencia, familia incluída, ve una pequeña tabla de salvación en el reencuentro con un amor de juventud (el alcance de la relación nunca llegaremos a conocerlo del todo pero se adivina más idealizada que otra cosa) cuyo paradero, tras toda una vida, desconoce.
Encauzada por los caminos de la road movie Vivir dos veces es una película con espíritu de comedia, pero con una fuerte vocación melodramática, algo que se aprecia especialmente en un desenlace que por supuesto aquí no desvelaremos, presentando una historia tan sensible, como, hay que reconocer, sensiblera, pero que sabe mantener los niveles entre drama y comedia con habilidad. Algo que consigue a través de una historia bien hilada, presentando la enfermedad desde sus primeros estadios logando tanto la carcajada como el ligero escalofrío (la llamada al periódico para reclamar que el sudoku...perdón, cuadrado mágico, es irresoluble) así que regalarnos metáforas tan simples como hermosas como la de ese grafitti que empieza a diluirse por efecto del tiempo.
Pero si algo consigue hacer de esta cinta lo que es un elenco de actores que sencillamente, saben estar redondos en sus roles, desde un protagonista, un grandísimo Óscar Martínez, que sabe pasar del hombre orgulloso no dispuesto a aceptar ningún tipo de ayuda a una persona más afable tras un viaje, tanto físico como espiritual, que sin duda cambiará su vida, a la debutante en la gran pantalla Mafalda Carbonell, en su papel de nieta sabelotodo que consigue ser tan irritante en ocasiones como profundamente entrañable, pasando por toda una rama de secundarios que consiguen tanto hacer reir como arrancar alguna lagrimita al espectador.
Vivir dos veces es una película que sabe tratar el tema tan espinoso que está tratando. Puede parecer que en ocasiones azucara una terrible realidad, cerrando hasta el más pequeño de los lazos de sus trama como lo hace ese símbolo de infinito que va a tener tanto valor a lo largo del metraje, pero también sabe tratarlo con respeto y realismo, sin dejar por ello de conseguir réplicas divertidas (el intento de soborno de la recepcionista de la clínica)...porque a veces no hay mejor manera de enfrentarse al abismo que con una sonrisa.
Vivir dos veces llega a los cines el 6 de septiembre

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